martes, 2 de julio de 2019

Pascualita busca casa.

Ha sido un gran engorro ir de aquí para allá cargada con una garrafa de agua de mar por si la del termo de los chinos se evaporaba con el calor y había que reponerla y evitar así, que Pascualita se deshidratara porque, si ya es fea de por sí, deshidratada tiene que ser para salir corriendo del susto.

Ahora disfruta en su enorme acuario dando saltos mortales con tirabuzones y no sé cuantas cosas más. El caso es que siempre tengo el suelo empantanado de agua. La Cotilla ya ha resbalado en más de una ocasión y me ha advertido, con su huesudo dedo índice apuntando a mi entrecejo, que: - Si me caigo y me escogorcio te meteré una denuncia que hará época.

Mientras desayunábamos Pascualita y yo, comenté este episodio que me tiene preocupada porque esta mujer no es de fiar. - Tengo un problema y es que si se cae delante de mi jijijijijiji, no podré aguantarme la risa jijijijijiji ¡Fíjate, solo de pensarlo... jijijijijijijiji, me da la risa floja jijijijijijijiji... ¡Hay, la que me espera! ¿No podrías dejar de tirar agua por todo?

Mientras hablábamos de ésto, la puñetera medio sardina, no dejaba de saltar en su taza de colacao y ha dejado la cocina llena de salpicaduras de chocolate que, después, disfruta lamiendo, hayan caído donde hayan caído ¡Con lo que tengo que aguantarle, ya me he ganado el cielo!

- "Nena, la Cotilla me ha contado la decisión que ha tomado de denunciarte si se cae en tu casa" - ¡Ya ves tú!... - "¡Grábala cuando se caiga y nos reíremos un rato!" - ¿Pagaras la mitad de la multa que me impongan? - "¡¿Yooooooooooooooooooooooooooo?! ¿Ya me dirás que se me ha perdido a mi en ésta historia?"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! - Hablando del Rey de Roma, por la puerta asoma... - ¿Qué esperas para quitar de en medio este armatoste lleno de agua y algas? - Le estoy cogiendo cariño, Cotilla. - ¡¿A mi?! No lo quiera Dios. Por cierto, ésta noche me lo llevaré porque lo tengo apalabrado a un tipo que también se dedica al trapicheo. - ¡Pero si es mío! - Pero estorba. - ¡Le importará a usted mucho! - ¡Y tanto! como que me voy a llevar una pasta gansa. - ¿Y yo? - Tú, nada. ¿No estás diciendo que no quieres venderlo? - No he dicho nada... - ¡Ya!

De repente, tengo que volver a pensar en un lugar adecuado para instalar a Pascualita... ¿En casa de la abuela, en la Torre del Paseo Marítimo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario