martes, 4 de agosto de 2020

De jaleo en jaleo.

Que noche me ha dado el abuelitoooooo. Era como un león enjaulado yendo de acá para allá, vigilado de cerca por Geoooorge que también se ha quedado en mi casa. No me ha quedado más remedio que llamar a la abuela. - ¿Están de oferta los hombres en tu casa que me mandas dos por uno? (le he preguntado como el que no quiere la cosa)

- "Ya sabes que donde comen dos comen tres... ¿qué más te da?" - ¿Vas a pagarme su manutención? - "¿No están en tu casa? Pues eres la anfitriona." - No me llegará el dinero de la semana para tanta lata...  - "Estamos en Mallorca? ¡Pues pa amb oli para cenar todos los días!" - ¿El inglés no se quejará? - "Dale té."

Desde lo alto de la lámpara mi primer abuelito no se perdía detalle. Tampoco Pascualita lo hacía, camuflada entre las algas del acuario. Por telepatía respondí a la pregunta de ¿Qué le pasa a éste?, de mi primer abuelito. - (Se le ha ido el Rey)  - (¿De Bastos, de Espadas, de Copas o Oros?) - (Más bien de ésto último) - (Que no se preocupe. A ésta familia siempre le pasa igual)

Abrí una lata de albóndigas con tomate justo cuando... - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡El Emérito se ha largado! (gritó la Cotilla como si estuviera voceando una exclusiva) - Lo sabemos. - Entonces se fijó en las visitas, abrió mucho los ojos y soltó un ¡OOOOOOOOOH! - ¿Qué pasa? - ¡¡¡ESTÁ AQUI!!! ¡¡¡NO ME LO PUEDO CREER!!! ¡¡¡VOY A SER RICAAAAAAAAAAA!!! ¿Está en el baño? ¿Bajo tu cama? ¿Detrás del cantarano de tu abuela? ¡¡¡DÍMELOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

- ¿Quién, Cotilla? - ¿Quién va a ser? ¡El Campechano? - Andresito saltó de la butaca de la salita, donde llevaba rato lloriqueando, se plantó ante mi con toda la ilusión del mundo reflejada en sus ojos: - ¡Gracias, nena, por ampararlo, protegerlo de los vampiros de la prensa, por saber guardar un secreto! ¡¡¡Y tú, Cotilla del demonio (su voz se volvió tonante) callarás para siempre!!!

Con un cuchillo atacó a la pobre vieja, paralizada por el susto. Yo grité: - ¡No, abuelito, que es el del pan! - Y mientras desde lo alto de la lámpara me llegaban las risas de mi antepasado, Andresito, con el brazo armado en alto, quedó desconcertado, momento que aprovechó Geoooorge para desarmarlo.

Vuelta la calma, un desmadejado Andresito me dijo: - El cuchillo del pan... ¿Y? - Pero yo ya estaba con la cabeza en otra cosa aunque me di cuenta de que Pascualita hacía el signo de OK con sus deditos palmeados.


No hay comentarios:

Publicar un comentario