lunes, 3 de agosto de 2020

El rey se ha ido...

El teléfono ha llamado insistentemente. Era la abuela: - "¡Nena, te mando a Andresito para que te lo quedes para siempre porque ya no lo aguanto más. ¡Ni su madre tampoco!" - ¡No me hagas eso! al fin y al cabo, quién se casó con él fuíste tú... - "Y tu quieres heredar, algún día, la Torre del Paseo Marítimo ¿verdad? ¡Pues apechuga con él!"

Recapacité rápidamente, ¿la Torre del Paseo Marítimo bien merece aguantar unos días al abuelito? ¡Sí! Pues no hay más que hablar. De todas maneras he querido saber qué ha pasado. - "El rey se ha ido de España y Andresito no quiere dejarlo solo. ¡Quiére irse con el y eso no puede ser!"

Si en ese momento me pinchan no me hubiese salido sangre. Las piernas me temblaban, tenía la boca seca y un hormigueo en la nuca muy desagradable. Como pude, pregunté: - ¿Qué... rey?... ¿Melchor..., Gaspar... o Baltasar, abuela? - "¿Estás tonta? ¡Juan Carlos I, coñe!" - ¡Uf! que peso me has quitado de encima... - "¡Que cruz tengo contigo, boba de Coria!"

Poco después entraron Andresito y Geooorge en casa. - Soy muy desgraciado, nena. Tu abuela quiere tenerme recluído aquí, donde se come tan mal... - ¡Oye, no te pases. La fabada de bote es buena. -  ¡Quiero irme con el rey! - ¿Por qué? Serías un... ¿apátrida? - ¡Y qué! Pero nos lo pasaríamos chupi guay del Paraguay. Es muy campechano

Andresito estaba desolado. Pascualita, harta de oirle quejarse, le tiró unos buchitos de agua envenenada pero erró el tiro y mojó el suelo del comedor y lo convirtió en una pista de patinaje, cuando el abuelito lo pisó, salió disparado hacia arriba, dio dos vueltas de campana con tirabuzón incluído y se dio tal costalazo que se ha roto la cadera, la rodilla, el coxis y se ha torcido el tobillo, todo del lado derecho, naturalmente.

¡Ahora sí que me voy a ganar a pulso ser la dueña ,algún día, de la Torre del Paseo Marítimo.

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