lunes, 10 de agosto de 2020

La entrevista.

 Aaaaaayyyyyyyy, cuanto he disfrutado con la entrevista que me han hecho los de Tu Antes Molabas. Ellos hubiesen preferido entrevistar a la abuela pero ha pedido el oro y el moro y le han dicho que nones, que la cosa está muy mal, que andan caninos y que tampoco tiene ella una vida como para hechar cohetes. Así que se ha quedado con el moro (es un decir) y sin el oro. 

Estos ricos, cuanto más tienen más quieren. ¡Acaparadores! Cualquiera diría que, hasta hace poco, era una proletaria de las que aguantan las pancartas en las manifestaciones. 

A mi, el entrevistador no me ha dado opción a pedir. Podría haberle sacado para comprar dos botes de fabada o una botella de chinchón. Pero ha sido bonito. Muy bonito. Y quién sabe, tal vez he ligado y ¡por fin! la abuela tendrá su deseado bisnieto. ¡Ojalá porque es más pesada con éste tema, que una vaca en brazos!

Pascualita sigue sin caber en el termo de los chinos después del atracón de pescado fresco del domingo.  Le he puesto varias veces el trozo de película de Nemo donde se explica que los peces son amigos, no comida pero se ha hecho la loca dedicándose a bostezar, nadar entre dos aguas, a hacerse la chulita dando saltos mortales con tirabuzón incluído y tirarle buchitos de agua envenenada al pobre Pepe jibarizado.

 - ¡Estate quieta, jodía, o acabará con dolor de cabeza! (que es lo único que puede dolerle desde que los caníbales se comieron su cuerpo)

 Viendo que yo estaba pendiente del ordenador, la medio sardina ha montado en cólera porque le encanta ser la novia en la boda y el muerto en el entierro, aunque es verdad que es la única sirena del mundo mundial. Al final ha sacado los dientes de tiburón a pasear y no me ha quedado más remedio que echar media botella de chinchón en el acuario para calmarla.

 Ahora duerme la mona, o tiene un coma etílico, vete a saber, la cuestión es que se ha quedado tranquila y yo he podido disfrutar de la entrevista sin más interrupciones.



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