sábado, 15 de agosto de 2020

Delicadeza de abuela.

Mientras yo dormía a pierna suelta, a esas horas brujas en las que todavía no han puesto las calles, la abuela pensó que era un buen momento para "refrescarme". Los abuelitos volvían a la Torre del Paseo Marítimo después de haber pasado unas cuantas horas en El Funeral, celebrando con alegría, jolgorio y buenas dosis de chinchón, la colocación de fotos de los socios que, debido a sus avanzadas edades, habían cesado definitivamente, como tales. 

Pasaban por mi casa y fue entonces cuando la abuela tuvo la luminosa idea. Subió, cogió a Pascualita del interior del acuario donde la sirena dormía a cola suelta y chorreando agua, entró en mi cuarto y me me tiró al bicho encima.

¡Que despertar tan brusco y traumático! porque la media sardina no lleva nada bien que la saquen del sueño de esta manera. Menos mal que salté de la cama sacudiéndome lo que pensé que sería un sapo y grité: - ¡Ni borracha te beso por muy príncipe que seas! 

Los dientecitos de tiburón me rozaron pero no me hirieron ¡por milímetros!

Por lo visto la abuela se enfadó al escuchar mi frase de sonámbula. Salió de mi cuarto con un taconeo que despertó a toda la finca. - "¡Vámonos, Andresito, la boba de Coria de nuestra nieta ni en sueños quiere darme un bisnieto!"  

El ruído del motor de rolls royce se alejó en el silencio de la noche y yo me di la vuelta para seguir durmiendo.

Por la mañana, al levantarme, fui con cuidado para no pisar al sapo... 


No hay comentarios:

Publicar un comentario