sábado, 29 de agosto de 2020

¡El Tour de Francia!

 Estoy taaaaaaan emocionada, Pascualita, que se me saltan las lágrimas. Creí que no llegaría éste momento. Y de repente, aquí está: ¡el Tour de Francia! Ho la, la. ¡Volveremos a dormir aquellas épicas siestas que ya creía perdidas para siempre!

He llamado a la abuela: - ¿Te has enterado? ¡vuelve el Tour! - "¿Qué me dices? ¿Cuándo?" - ¡Esta tarde! - "¡Que nadie se siente en mi butaca!" 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! Parece que va a llover... ¿por qué lloras, boba de Coria? - Esta tarde vuelve el Tour. - ¿Seguro?... ¿Y cómo no me he enterado yo? - Estará perdiendo facultades... -

Tampoco se ha enterado Pepe pero eso, a la Cotilla, no le importa.

He colocado las butacas y el sofá bien enfrente del televisor ¡Aaaaay, que nervios!. No es que no haya dormido siestas en los ocho meses que llevamos de año. Claro que sí. Todas las tardes. Pero con los ciclistas es más genuína. Además, este año tiene un aliciente añadido y es que, ha empezado tan tarde que, seguramente, algunos días tendremos que usar mantitas de sofá ¡Gloria bendita!

Cuando llegó la abuela la Cotilla ya estaba apalancada en el sofá y Pascualita (desde mi escote tiene controlada la pantalla de la tele) y yo ocupábamos uno de los sillones. Coloqué una jarra de chinchón on the rock en la mesa camilla y las respectivas copas. Brindamos las cuatro, una y otra vez, por tener una buena siesta y en cuanto los ciclistas empezaron a correr, y a pesar de tener los ojos abiertos como platos, el sopor fue bajándonos los pápados a todas como si fueran persianas...

Al despertar, hora y media después, volvimos a brindar con chinchón por las gloriosas siestas que teníamos por delante.

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