Pascualita está con resaca y eso que el chinchón, donde se baño y bebió, era ficticio. No he visto una cosa más horrible que a la sirena resacosa. Bajo sus ojos de pez tiene una ojeras que le llegan a la punta de la cola. El color amarillo-verdoso-liláceo de su piel está más acrecentado si cabe, y los pelo-algas caen, lacios, a ambos lados de su careto.
En cuanto oye el menor ruído saca a pasear los dientes de tiburón y no escupe veneno porque debe tener la boca reseca. Para divertirme un rato le he puesto un espejo delante y toda ella se ha estremecido como si se enfrentara al fantasma de su mayor enemigo. ¡Ostras, que risa. Asustarse de ella misma!
- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Ahora te ríes sola? Estamos apañadas contigo. - El caso es que no podía parar. - Jajajajajajajajajajaja ¡Ay, que me partooooooo! ¡Que fea es la jodía! Jajajajajajayyyyyyy!!! ¿Qué hace, Cotilla? ¡Menudo pescozón! - ¡Te vas a reir de tu abuela, boba de Coria de las narices!
Cuanto más nerviosa me ponía más risa me daba. No lo podía remediar - Jajajajajajajaja ¡No se lo digo a ustedjajajajajajajaja!
Pascualita tenía la cabeza a punto de estallar y decidió que lo mejor era matarme para que me callara. Se impulsó con su fuerte cola de sardina y cayó en mi escote. Fue todo tan rápido que me pilló desprevenida. Mordió a diestro y siniestro. Se impulsó de nuevo hasta mi cabeza y en menos de lo que se tarda en decir amén, me dejó monda y lironda.
Cuando conseguí para de gritar, llorar, moquear, correr, saltar y beberme de golpe media botella de chinchón... para aplacar el horrible dolor que sentía, estaba hecha un cromo: con el pelo arrancado a mordiscos, y dos tetas que tuve que apoyar en la mesa del comedor para no caerme de boca por el peso.
La Cotilla, que no había visto a la sirena porque, cuando quiere, es rápida como el rayo, al verme salió corriendo escaleras abajo al grito de : - ¡¡¡DILE A TU PRIMER ABUELITO QUE YO NO FUI!!!
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