jueves, 1 de octubre de 2020

La tortilla de patatas.

 He vuelto a prepararle la taza de cola cao a Pascualita porque fue peor  el remedio que la enfermedad. Y ahí está, saltando como una posesa y poniéndolo todo perdido. 

Antes de ponerme a limpiar he tenido una idea. Son tan pocas las que tengo que hay que aprovecharlas. Le he dicho a la sirena: Haré una tortilla de patatas. 

Y como mi obligación es enseñarle a hacerla por si un día, a la abuela, se le ocurre mandarla de vuelta a los abismos marinos de donde salió, deje boquiabiertos a los peces que tenga al rededor.

Con Pascualita y Pepe colocados en el frutero, he procedido a pelar patatas mientras iba comentando la jugada: hay que poner muchas patatas.

Me he cansado de pelar y no me cundían... He llamado a la abuela. - Geoooorge, que se ponga mi abuela. - Madame decir con dedo, que nones. - Dile que es una urgencia. - Madame escribir: llama al 061. - ¡Jopé, Geoooorge, es para una consulta sobre cómo pescar al padre de su bisnieto!

Fue mano de santo. - "¿Tienes alguno a tiro?" - Puede... quiero conquistarlo por el estómago.- "Entonces me quedo sin bisnieto" - Estoy practicando. Haré una tortilla de patatas y  espero que el olor atraiga a alguno pero... las patatas no me cunden y no sé que hacer. - "¿Cuántos centímetros de grosor tienen las peladuras?" - Unos cuantos... - "Ahí tienes la respuesta, boba de Coria"

- ¡Jopé! que difícil es esto... - Me llevó media hora rebañar las mondas. Después corté las patatas y las metí en la sartén. Pronto olió a quemado. - Geooorge, que se ponga mi abuela ¡corre que se esta llenando la cocina de humo! - "¿Has puesto aceite en la sartén?" - Pues...

Batí todos los huevos que encontré en la nevera: tres. Me pareció que para el montón de papatas que se estaban friendo, eran pocos. Añadí leche... y agua de Pascualita porque con los nervios, me equivoqué de botella y cogí la de mar.

Meti el batido en la sartén sin quitar nada de aceite, aunque no hizo falta porque se desparramó por la cocina, por el suelo camino del comedor. Empecé a gritar: - ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! Y Pepe me imitó: - OOOOOOOOOOOOOOOOOO - Busqué periódicos viejos pero la Cotilla se los había llevado para envolver sus trapicheos - El vecino sordo, pensando que yo cantaba flamenco, gritaba: - ¡Olé, olé, muy bien! - Pascualita, metida en juerga, hacía la señal de OK con sus deditos palmeados. - ¡La madre que te parió, mal bicho! - Sonó el teléfono. Era la abuela. - "¿Ya le has dado la vuelta a la tortilla?" - No me ... atrevo... ¡snif!... - "¡Que cruz tengo contigo!"



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