La Momia ganó el concurso de El Funeral. Estaba segura de que ganaría porque, después de Matusalem, es la persona más longeva que ha habido y hay. Y recibí toooooodas las bragas, usadas, de la abuela. Eso sí, metidas en una caja envuelta en papel charol y atada con un gran lazo verde fosfi.
Una vez pasada la alegría del premio y de haber disfrutado, Andresito y ella, de tangas, picadías y demás lencería erótico-festiva, la abuela ha vuelto a la carga con más contundencia si cabe.
- "Mira, nena, Andresito y yo nos hemos demostrado éstos días que, como amantes, seguimos mereciendo un diez, por eso hemos decidido darte un plazo razonable para que, de una vez por todas, tengas a mi bisnieto" - ¿Cuánto tiempo? - "Un mes" - ¡Eso es imposible! ¡Me estás presionando! ¿Quiéres que tenga un bisnieto estresado?... - "Una vez cumplido el plazo sin resultado..." - ¿Qué pasará? ¿Le pasarás la pelota a la Cotilla? jajajajajaja - "Me inseminaré"
A través del teléfono me pareció escuchar unas risas ahogadas ¿Geooooorge?. En cambio yo no estaba para risas porque veía alejarse la Torre del Paseo Marítimo de mis garras.
- ¡¿Tú?!... no puedes... - "Perfectamente" - Porque... se te ha pasado el arroz, abuela. - "Ya he hablado con el médico" - ¡Te engaña! - "Es una eminencia" - ¡Es un Juan Lanas! - "Por supuesto Andresito será el donante y tendremos un hijo-bisnieto totalmente nuestro"
Traté de razonar con ella. - Piensa que una mujer... estoooo... Como tú, vamos... no puede parir. ¡No podrás! - "Por cesárea. Saldré en todos los informativos, escritos, radiados, televisados. Encargaré saltos de cama a Christian Dior y cobraremos una pasta gansa por la exclusiva"
Me desesperaba pero no me atrevía a tocar el espinoso tema hasta que no pude más. - ¡Nunca! ¡Jamás! Una mujer CENTENARIA no puede ser madre. Hubo un silencio. La olla exprés en que se acaba de convertir el cerebro de la abuela había empezado a pitar y amenazaba con explotar arrasándolo todo. - ¿Abuela?... ¡ABUELA!... ¡¡¡ABUELAAAAAAA!!!
Cuando, diez minutos después, el rolls royce aparcó, de mala manera, en la parada del bus yo lo vi escondida entre las ramas del árbol de la calle y no pude volver a casa hasta el día siguiente que fue cuando la abuela decidió marcharse.
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