sábado, 10 de octubre de 2020

Que pesada.

 Pascualita ha encontrado un modo de divertirse. En su acuario chapotea con su cola hasta poner el comedor perdido de agua. Entonces salta al aparador, de alli a una silla, después al suelo y es cuando empieza su diversión. 

Se pone de barriga contra las baldosas y, en lugar de reptar, patina por toda la casa.Y yo también. He estado a punto de caerme ¡dos veces!, lo que hace que mi primer abuelito se monde de risa. ¿Dónde se ha visto que un fantasma se ría de las desgracias de sus descendientes? Lo bueno de ésto es que siempre sé donde está la sirena porque mi primer abuelito no la pierde de vista.

La sirena, en su afán de pasárselo bomba, ha entrado en la cocina, se ha impulsado con la cola para subirse a la mesa, de allí a la encimera y con un pequeño esfuerzo más se ha metido en la olla de caldo recién apagado.

Lo que era un caldito de carcasas de pollo ha estado a punto de convertirse en caldo de pescado.

Ha salido flechada de la olla para caer en el fregadero, dentro del barreño con agua y mistol. Sin pensármelo, la he cogido por los pelo-algas, la he puesto bajo el grifo para quitarle la grasa y la espuma que llevaba encima. Lanzaba dentelladas como una posesa. Después me he asomado al comedor y desde la puerta de la cocina, la he balanceado y tirado hacia el acuario pero... me han patinado los pies con el agua del suelo y ha salido por la ventana... que tenía los cristales cerrados.

Mientras la pobre intentaba volver en sí, mis carcajadas se hubiesen escuchado de parte a parte de la calle si no hubiese entonado su ¿canto? ¿grito de guerra? Pepe el jibarizado. No me extraña que se lo comieran los caníbales. - OOOOOOOOOOOOOOOOOO...


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