viernes, 9 de octubre de 2020

Siguen los problemas.

 La abuela no me ha perdonado todavía, así que vivo más tiempo en el árbol de la calle que en casa. - Una vecina ha visto que entro y salgo de él y se ha puesto celosa. - ¡Yo también quiero entrar ahí! (me dijo) - Pues tírate desde tu balcón. - ¿Desde un séptimo? ¿Para que me mate? - Apoya contra en el tronco una escalera de mano y sube por ahí. - ¡No me da la gana! Tu no eres más que yo, guapita. Quiero entrar como tu, a pie plano. - ¿Estás diciendo que te deje entrar POR MI CASA? - ¡Claro! - Le dediqué una pedorreta.

Bedulio vino esa misma tarde. - Te han denunciado... otra vez. Quieren que pagues un impuesto por usar como mirador, o refugio, o chalet de veraneo, el árbol de la calle. Porque no es tuyo sino de la Ciudad y no puedes usarlo gratis.

- ¡Como coja al loro ese del séptimo la desconyunto! - Haré como que no he oído nada... no sea cosa que tu primer abuelito esté rondando por aquí... (la voz le temblaba. Este hombre no puede con los fantasmas)

- Está sobre tu cabeza, subido a la lámpara. - Rápidamente, con los dedos, hizo los cuernos para elejar todo mal de él. - Si es que ya tendría que haberme prejubilado... No estoy para estos trotes... (decía mientras caminaba de espaldas hacia la puerta de la calle)

Al no poder pillarme, la abuela optó por telefonear esperando que bajara la guardia en cualquier momento y contestara. Y ese momento llegó cuando Bedulio corrió escaleras abajo y me despistó. - ¿Digaaaaaaaaaa? - "¡Devuélveme todas las bragas que te di!" 

Pascualita, que no perdía comba de lo que ocurría en casa, al ver como me cambiaba la cara, se dedicó a hacerme los cuernos tal como hizo Bedulio. - Santa Rita, Santa Rita... - Déjate de Ritas. No me queda ninguna. La Momia no me ha regalado NADA. Se cambia constantemente porque nunca había tenido nada tan bonito, dice la jodía. Te mando a Geoooorge y otro día hablaremos tú y yo." 

Noté que se me quedaba la boca seca cuando anuncié: - Es que... no las... tengo. La Cotilla las ... vendió y sacó un dinerito que nos repartimos... ¿Quiéres alguna de las mías? ... Son del Mercado de Pere Garau - Colgué de golpe cuando el teléfono empezó a oler a azufre...

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