martes, 20 de octubre de 2020

Noche de las Vírgenes.

 Hoy Pascualita y yo nos hemos duchado. Aunque se pase el día en remojo le hacía falta un buen fregado porque huele a pescado cosa mala. 

Pertrechada con el guante de acero la he enjabonado bien. Después, sin hacer caso de las dentelladas que me lanzaba, la he puesto bajo el chorro de agua del fregadero . La medio sardina se ahogaba porque el agua dulce no va con ella pero el "tormento" ha durado poco y ahora da gusto verla. Hasta parece que sus pelo-algas brillan.

Después he echo buñuelos... pero no me ha llamado el Señor por ese derrotero y he tenido que comprar.

Cuando me he sentado a descansar los nervios se han apoderado de mi. Porque ésta noche es especial: es Sa nit de ses Verges. Es noche de serenatas en que los chicos, pretendientes, enamorados... cantan Clavelitos a grito pelado, salvo raras excepciones. 

Las vírgenes (o supuestas) se asoman a balcones o ventanas. Después invitan a cantantes y acompañantes, a buñuelos y Moscatel. Yo he puesto también una botella de chinchón.Y ahora, a esperar que nos vengan a rondar. Sería fantástico que apareciera un sireno y un aspirante a padre del bisnieto de la abuela.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! Nena, traigo ofertas por ser el día que es. Vendo el centro de los buñuelos a cuatro euros el kilo y... - ¡Pero si el centro se hace con los dedos, no sobra nada! - ... y te puedo alquilar el cedé de la Tuna donde cantan Clavelitos, por si no viene nadie a cant... ¡A dónde vas, boba de Coria! - La Cotilla no me amargará la noche.

Con Pascualita en el escote, me adentré en el árbol de la calle, pisé una hojita y al abrir los ojos estábamos en Verona, en el Balcón de Julieta donde un apuesto Romeo nos dio una preciosa serenata.

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