jueves, 22 de octubre de 2020

La fiera.

 Me despertó el zumbido de una abeja que, a medida que tomaba consciencia de dónde me encontraba, fue haciéndose más fuerte. - Será un zángano en busca del amor de su Reina (pensé entre bostezo y bostezo)

Me levanté pensando que no había dormido todo lo que se esperaba de mi. El reloj de la cocina me lo confirmó. ¡Eran las cuatro y media de la mañana! Pascualita se enfadó cuando la desperté al encender la luz del comedor. Se sentó de golpe en el borde del acuario, con ojos de besugo a medio pescar porque estaba muerta de sueño, y me lanzó un buchito de agua envenenada que por poco me da.

El zumbido se oía mucho más fuerte que antes. - O son muchos zánganos o una colmena viene a mi casa. - ¡Oh! Una Reina viene a visitarme ¡Chínchate, abuela! - El ruído venía de la escalera y de la calle.

Con mucho cuidado abrí, apenas, la puerta.  El rellano estaba lleno de gente. - ¡Estoy aterrada...! (decía una vecina) - Pues yo no pienso dormir aquí. - ¡Ni yo. Nos vamos a casa de mi madre ¿verdad Perico? - ¿Y por qué no a casa de la mía, cariño? - ¿Tú te crees que son horas para preguntar sandeces?

Cerré con cuidado. ¿De qué hablaban?

Al asomarme al balcón me sorprendió ver la cantidad de corrillos que se habían formado, tanto junto al árbol de la calle como en la acera de enfrente. - ¡Yo tengo mucho miedo! - Mi marido, que es cazador, se encagará de la fiera... - ¡Hey, a mi no me metas en líos! ¿No pagamos impuestos? ¡pues que lo arregle el ejercito, la policía, o el ministro que corresponda! (el hombre tenía voz fuerte y acento chulesco) ¡No pienso exponerme a un zarpazo, o algo peor! ¡Que penquen los que viven de mis impuestos! - ¡Muy bien dicho, sí señor! (dijo el lameculos del barrio) - La mujer del chulito, dijo: - Pero, cariñito ¿CUANDO HAS PAGADO TÚ IMPUESTOS? - ¡Calla, jodía!

Bedulio y unos cuantos municipales más aparecieron por una esquina. - ¡Prohibido reuniones a éstas horas! Circulen, circuleeen - Un vecino le informó: - Verá usted. No es por política, ni por salvar el Planeta, sino para salvar al barrio del monstruo (Bedulio miró a mi balcón. ¡Me tiene manía!) ¿Es que no lo han oído rugir? ¡Da escalofrío! ¡¡¡Tienen que matarlo o nos comerá vivos!!! - La histeria empezaba a adueñarse de los ánimos de la gente: - ¡¡¡Que lo maten, que lo maten, que lo maaaaateeeen!!!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿De qué va éste revuelo? (preguntó la Cotilla que acababa de llegar) Todos hablaban a la vez y pensé que no se enteraba de nada pero, sí, sí. Se plantó en mitad de la calle y gritó: ¡Hale, todos a dormir que aquí no hay fiera que valga! - Y mirando al balcón, dijo: ¡¡¡NENA, DEJA YA DE RONCAR, JODÍA!!!






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