martes, 30 de marzo de 2021

Disfrutar de la muerte.

 Dos días llevo poniendo a parir a mi primer abuelito por dejar escapar a Bedulio sin asustarlo. Y lo que más rabia me da es que se fue pero me dejó la multa encima de la mesa del comedor el muy jodío.

A pesar de las broncas, el abuelito sigue viniendo a casa todos los días. O tiene la piel de galápago o se ha quedado sordo a propósito.

Hoy viste un sudario color de rosa-capote-de-torero. - ¿Has visto que cosa más bonita? (me ha dicho telepáticamente) - Y antes de que le respondiera va, y da una larga cambiada con todo el ancho de la tela. Pero eso no ha sido todo porque, quedándose en pose torera va y me dice: - ¿Has visto que bien te toreo, nena?

He cogido a Pascualita y se la he tirado a la cara. Claro que, si la sirena ha dado un mordisco ha sido al aire. Hay que ver lo que se ha reído el hombre y lo mucho que disfruta de su muerte.

Llamaron a la puerta y pensé que sería Bedulio dispuesto a cobrar la multa pero no. Había un ser, mitad ratón, mitad hombre, que moviendo sus bigotes, dijo: - Buenas. Me llamo Termomix. - Perdón... querrá decir que vende Termomix. (le rectifiqué en plan marisabidilla) - ¿Por qué me endilga el sambenito de ser más tonto que usted? (dijo muy serio, mientras yo intentaba descifrar qué me había dicho.

- Me llaman así porque hago muchas cosas y todas bien. - Veo que no tiene abuela. - Le importará a usted mucho... Para que se entere, tengo para dar y tomar. Y amigas como, por ejemplo, una tal Cotilla. - Ah... ¿y? - Que me ha encargado que venga a verla y le solucione lo del bisnieto de su abuela.

Estuve a un tris de ir a hacerle compañía a  mi primer abuelito cuando el corazón tomó carrerilla y, apunto estuvo de salirme por la boca. Menos mal que la cerré.

Viendo que Termomix entraba en casa como un guerrero vencedor, le puse la mano en la espalda y fui empujándolo, suavemente, hacia el balcón. La cristalera se abrió, poco, para dejarlo pasar y se cerró a cal y canto como una almeja. Después todo fue rápido. La rama del árbol de la calle lo lenvantó en vilo y con un elegante movimiento, lo tiró a la calle. Y yo dije la famosa frase: - "Tanta gloria lleves como descanso dejes" - mientras repartía chinchón entre la "gente" de mi casa.

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