sábado, 6 de marzo de 2021

La mariposa blanca.

La abuela me ha dicho que penden toneladas de arena del desierto del Sahara sobre nuestras cabezas y me ha faltado tiempo para ir corriendo a comprarme un casco de albañil por lo que pueda pasar. 

También me ha dicho que hay también toneladas de polen esparciéndose por todos los rincones de las casas y le he montado un pollo al árbol de la calle que hasta se ha puesto firmes. 

He salido al balcón, con mi casco y mi rabia. Y poniéndome en jarras, le he gritado: - ¡¿Te tiro yo la basura en tu alcorque?! ¡¿Acaso mi casa es un erial al que mandar polen para que se convierta en un vergel?! ¡Ya te lo estás llevando de aquí, ipso facto! 

Desde la calle, un grupo de gente con mascarilla, me aplaudió y yo me sentí la Lider que todos ellos. Sin embargo no hizo mella en el árbol de la calle que, para ratificar el "miedo" que yo le daba, se puso a cantar el Brindis de la Traviata con la voz delicada de un castrati del año Catapún. 

Entré en casa echando humo y la Cristalera se cerró con energía demostrando que estaba de mi parte. - ¡Gracias! pero ve con cuidado que si se rompe un cristal lo pagarás tú. - Que mal le sentó el comentario. Me repatean esos que tienen la pielecita taaaaan fina. Y con rabia, se abrió de golpe, momento que aprovechó un montón de polen para colarse en casa. - ¡Cristalera de las narices! (grité) Sin embargo, tras el polen también se coló una mariposa blanca que revoloteó como si no supiera que ruta tomar.

Seguí su vuelo y acabé con tortícolis y mareada. ¿Que buscaba? pensé mientras me rascaba una pequeñísima herida de la mano hasta que una gotita de sangre sustituyó a la mínima costra que me arranqué. 

La sangre, roja y brillante, llamó la atención de la mariposa que tardó, ná y menos, en venir a libar en ella. ¿Creyó que era un clavel reventón? El caso es no le gustó nada porque tosió, vomitó y juró en arameo. La única mariposa, de la nueva temporada, corta de vista, estaba en mi casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario