lunes, 8 de marzo de 2021

Mi discurso.

He sentado a Pascualita en el frutero de la cocina y a Pepe lo he dejado sobre la mesa, con la cabeza un poco levantada para poder mirarlo a lo ojos y saber qué piensa. Sé que no tiene cerebro pero hay tanta gente descerebrada por el mundo que sí tiene, aunque no lo parezca que, quién sabe, tal vez suene la flauta por casualidad y diga algo coherente.

He convocado ésta reunión de Familia para hablar y dejar costancia de los siguiente: Ha llovido toooodo el día y estoy "encantadísima" con los de El tiempo de la tele ¿No podrían decir la hora, exacta, en que caerá el chaparrón? o dicho de otro modo ¿tiene que llover cuando acabo de limpiar los cristales?

A medida que desgranaba mi discurso me iba creciendo: ¡¿Por qué no me ha avisado nadie?! ¡¿Acaso no soy una ciudadana ejemplar?! ¡Y tanto que lo soy! No voy tirando papeles al suelo, ni pego chicles en las paredes, ni las ensucio pintarrajeándolas ¡¡¡Y podría hacerlo, señora y señor... !!! ¿Eh. Qué dices abuelito? ... Me corrijo (y aprovecharé para tomarme unos chinchones) Mi primer abuelito dice que hombres son dos: Pepe y él... ¡anda qué...!

- Bueno, pues, entonces digo: señora y señores... Perdón ¿qué pasa ahora, abuelito?... ¿La mariposa blanca, también? Vale, pues: señoras y señores... Como iba diciendo: señor... ¡¿Qué tripa se te ha roto ahora, abuelito?! (jopé con la telepatía) ¿Las hojitas del árbol de la calle?... ¿también la cristalera? ... ¡La lámpara del comedor quiere escuchar mi discurso! ... Bueno, es un honor y... ¡Aaaaah, no! Ni hablar de enumerarlas a todas porque las hojitas serán ciento y la madre... ¿Se enfadarán si no lo hago? Para un día que quiero dar un discurso... ¡¿Las algas del acuario también están interesadas?!

Eché una mirada en derredor. Vi muchas caritas sonrientes y me asusté. El pánico escénico me atacó con fuerza y tuve que replegarme hasta el fondo de la despensa para que nadie viera el rojo de mis mejillas ¡Que vergüenzaaaaaa me entró!

Cinco minutos más tarde, la concurrencia, harta de esperar, demostraba su enfado a grito pelado: ¡¡¡Nos han robao el carrito del helaooooo!!!








 

 

 

 

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