Le estaba contando a Pascualita cómo se hacen las empanadas cuando me interrumpió el timbre de la puerta. Era Bedulio: - Toma, un "regalito" por escandalosa, te lo mandan tus vecinos: son doscientos euros. - Pero ¿qué me dices? ¡No sabes la alegría que acabas de darme! Nunca vienen mal doscientos euros. - Me asomé al rellano de la escalera y grité: ¡Gracias, vecin@s, es todo un detallazo!
Mientras yo agradecía el donativo, Bedulio no paraba de hacer aspavientos y acabó tapándome la boca. - Cuando pude hablar de nuevo le miré con otros ojos: - No sabía nada... Que callado te lo tenías, ladrón. - A lo que él replicó. - ¿Te queda chinchón? pues tóma unos tragos que te van a hacer falta.
Y me explicó que todo lo había entendido al revés. Que no me regalaban nada sino que tenía que pagar YO, una multa de ¡ 200 euros! - ¡¿QUE?! - Salí escopeteada al rellano y llenando mis pulmones a tope, grité:
¡¡¡ RTVGFKWLAMADREQUESUSPARIÓATOSJUNTOSQWTIVGN!!!
Una vez desahogada entré en casa dispuesta a llorar mi mala suerte sobre el pecho de mi Municipal favorito pero me mantuvo a distancia: - Que te has vuelto a equivocar, boba de Coria. - ¿No te pirras por mis huesos? - Solo me faltaba esto. ¿Me pagas o qué?
Esto era más de lo que podía soportar y recurrí al que nunca me falla. - ¡Abuelito, ataca a Bedulio desde el Más Allá! - Bedulio perdió el color y le entró el baile de San Vito.
A todo ésto, mi primer abuelito me preguntó: - Atacarlo ¿por qué? - Exasperada, reliqué: - ¡¡¡HOMBRES!!! - y cuando quiso actúar, Bedulio ya corría calle abajo batiendo records olímpicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario