miércoles, 31 de marzo de 2021

El suicida.

 ¡Hay que ver cómo está el patio! No aguantamos nada. Tenemos la mala leche subida y por cualquier cosa saltamos como un resorte, como ha hecho hoy un huevo... de gallina. 

He abierto la nevera, pero sin intención de hacer una tortilla, o sea, que no iba a por el huevo pero, ya sea por la astenia primaveral, el hartón de aguantar al cornavirus de las narices, o que el huevo quería suicidarse y encontró la excusa perfecta al ver la puerta de la nevera abierta. El caso es que se lanzó a por mi ¡Incluso pensé que se trataba de un ataque de Pascualita!

Después del susto me tocó recoger los restos del suicida. Y no me ha resultado agradable: cáscara, yema y clara, todos espachurrado y esparcido por el suelo de la cocina. Menos mal que la sirena ha acudido en mi ayuda. 

Cuando ha oído el ¡CHAF! y mi retahía de palabrotas dedicadas a la gallina que lo parió para nada, ha saltado del acuario al aparador, de allí a una de las sillas del comedor , luego al suelo y ha llegado a la cocina reptando como una boa constrictor para meterse de lleno en la escabechina.

En un momento no quedaron ni los restos del suicidio. Inclusó lamió y relamió la baldosa conde se estrelló el huevo y ahora brilla que es un primor... Claro que las otras baldosas no están contentas ¡Faltaría más!. Dicen que las he discriminado y han montado tal guirigay que he tenido que prometerles que mañana todas brillarán igual cuando las límpie con desengrasante. 

Ahora estoy estresada solo de pensar que mañana tendré que arromangarme y cumplir lo prometido ¿Por qué es taaaaaaan complicada la vidaaaa... Creo que tomaré unos chinchones on the rock.

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