jueves, 4 de marzo de 2021

¿Y la paella?

 Los abuelitos han llegado temprano, seguidos de Geooorge cargado con los avíos para una paella de marisco. - ¿A qué viene esto? (he preguntado con toda mi santa inocencia) - "Porque eres nuestra única nieta... ¿por qué va a ser sino?"

Andresito no ha dicho nada pero se ha puesto colorado como un tomate. Aunque, cuando he visto el "material" que iba sacando el mayordomo de la cesta, todo ha dejado de tener importancia y he empezado a salivar pensando en que me voy a poner como el Quico de arroz.

En lo alto de la lámpara mi primer abuelito no le quita ojos a nadie, sobre todo a su ex mujer que reluce como un sol de verano debido a las lentejuelas de todos los colores del mini vestido que lleva hoy.

No sé por qué abrí la boca para preguntar a la abuela si, a su primer marido le gustaba que llevara mini falda. Se giró hacia mi a la velocidad del rayo. - "¿A que viene sacar a los muertos ahora?" 

Sé que tendría que haberme dado con un canto en los dientes. Haberme mordido la lengua, incluso, tragármela, pero ésta ha sido más rápida que mi cerebro y me ha dejado sola frente a la furia de la abuela a la que le temo más que a un miura cabreado.

Ante la pregunta de la abuela, mi primer abuelito dio un respingo y dio de cabeza contra el techo. No se vió pero sonó. - ¿Qué ha sido ésto? (Andresito había palidecido) - Será el vecino de arriba que le ha dado por cambiar los muebles de sitio. (algo tenía que decir yo ¿no?)

Pero a la abuela no se la dan con queso y levantando el dedo índice, rematado con una larga uña esmaltada de rojo pasión,  miró al techo y gritó: - "¡Baja aquí si eres hombre!" - Pero su ex se guardó de hacerlo como de mearse en la cama. 

- "¿Ha bajado?" (me preguntó) - No... - "¡Fantasmón!" - Andresito y Geoooorge, que se había asomado al comedor a ver qué pasaba, estaban lívidos. Entonces ocurrieron varias cosas a la vez: llamaron a la puerta, se cayó el cuadro de la Santa Cena, el abuelito, la abuela y el inglés corrieron batiendo records. Al abrir la puerta se cruzaron con Bedulio que, al verles las caras se imaginó el percal, palideció y dió media vuelta sobre sí mismo. Al final de la escalera ya les sacaba tres cuerpos de ventaja. 

Me asomé al balcón y grite: - ¡¿Y la paella?!

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