viernes, 19 de marzo de 2021

Una mañana tranquila en casa.

 

Pepe el jibarizado giraba lentamente su ojo-catalejo enfocando a mi primer abuelito que se divertía caminando por el techo del comedor como si fuese un murciélago. -  Como te cargues la lámpara me vas a oír... Eres peor que la abuela ¿No te das cuenta de que ya tienes una edad y no estás para éstos trotes? - Ahora entiendo porque no tienes novio todavía. - ¿Perdonaaaaa? 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¿qué has hecho? - Nada. - ¿Y porque tengo que perdonarte, boba de Coria? - ¡No hablaba con usted! - ¿No tendrás escondido a Pascual? Mira que tardo ná y menos en contárselo a Andresito y aquí arderá Troya.

Entonces Pepe dijo OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO y la Cotilla se estremeció de arriba abajo. - No se asuste. Es el llavero que está hablando con alguien que usted conoce muy bien. - La vecina miró en derredor... - No veo a nadie. - Está en el techo. Ahora se le acerca. - No hay... nadie... - ¿Cómo que no? Mi primer abuelito y bien chulo que va con su sudario con dibujo Pop Art que le queda de maravilla.

La Cotilla hizo la señal de la cruz con los dedos mientras la sangre se congregaba a sus pies para deliberar si valía la pena seguir trabajando para una persona tan mayor. Algún glóbulo rojo (un esquirol, a todas luces) debió decir: Cumplamos con nuestra obligación y ¡a trabajar! - A pesar de las protestas de la mayoría, se hizo caso al lider y la sangre colvió a correr por todo el cuerpo devolviéndole su color natural, cosa que la Cotilla aprovechó para bajar los escalones de cuatro en cuatro y salir a la calle despavorida, gritando: - ¡Viene a por mi! ¡Quiere la revanchaaaaa!

Pues, por eso brindamos y hasta el abuelito, por muy incorpóreo que sea, metió el dedo en mi copa de chinchón y se lo llevó a los labios. La gota pasó, directamente, al suelo pero él se relamía como si se la hubiese bebido.

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