viernes, 26 de marzo de 2021

El pretendiente.

 Entre vecinas y vecinos me tienen contenta. Desde que se supo que había suelto un mono por el barrio ya son much@s los que han venido a llamar a casa o me han parado en la calle para decirme: - ¿Te has enterado de lo del mono? Que ocasión más buena tienes para que te haga madre y de paso, alegrarle las pajarillas a tu abuela con el deseado bisnieto. Animo y al toro... digo ¡al mono!

Reconozco que la primera vez que me lo comentaron pensé que no era mala idea... pero, claro, después de tanta insistencia me di cuenta (porque yo me doy cuenta de todo) que allí había gato encerrado. Tal vez alguien había pactado una exclusiva para el Hola para cuando naciera el monobebé y dejarme a mi a dos velas en cuanto al dinero. No me extrañaría que fuera cosa de la Cotilla.

También podría ser que se cruzaran apuestas entre vecinos... Cosas así. Y lo que peor me sentó fue que yo no vería ni un euro... Claro que tendría asegurada la Torre de Paseo Marítimo en el testamento de los abuelitos.

De todas maneras el mono no apareció a pesar de que lo oía entre las hojas del árbol de la calle. 

Una tarde me senté con la botella de chinchón y unos vasos, en el balcón. Pascualita estaba en mi escote, Pepe sobre mis piernas y mi primer abuelito haciendo el payaso sobre la barandilla, como no tiene miedo a matarse el jodío.

Mi idea era tentar al mono con el licor. Una manera como otra cualquiera de romper el hielo entre nosotros pero debe ser abstemio porque no asomó la nariz para nada. Valiente pretendiente me han buscado.



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