sábado, 5 de junio de 2021

Ameba.

La abuela me ha llamado ameba, cuando le he hecho un comentario sobre su indumentaria al entrar en casa. 

Yo había escuchado el concierto de pitos que precede a la llegada del rolls royce estacionando en la parada del autobús y he salido al balcón. Lo único que he visto de ella desde las alturas, ha sido una especie de platillo volante que se encaminaba al portal de la finca. Detrás iba su mayordomo, sordo a los "piropos" que le soltaban los automovilistas.

El platillo volante era una pamela exagerá. Ha tenido que quitársela para entrar por la puerta. Después se la ha vuelto a colocar. Lo que no sabe la abuela es que, inmediatamente, su sombrero se ha convertido en pista de aterrizaje y despegue de su ex marido, presumiendo de un nuevo sudario floreado, tal como indica la estación del año en que estamos.

Geoooooorge se dirigió a la cocina donde dejó unos bultos que llevaba. Fue en ese momento cuando yo abrí la boca (cosa que no debería haber hecho) - Abuela ¿tú te has visto? - "Esta mañana en el espejo de mi cuarto de baño particular ¿Por qué?" - Porque, con la edad que tienes (¡me arrepentí!) no puedes ir por la calle enseñando el ombligo y las arrugas que lo circundan (¡me arrepentí más pero mi boca se había transformado en un ente con voluntad propia y soltaba lo primero que se le ocurría!)

Las cejas de la abuela estaban en todo lo alto de la frente. 

- "Espero que, como excusa a tus groserías, habrás bebido media botella de chinchón, por lo menos" - Alguien tiene que decirte las verdades del barquero, abuela (¡¿Y debo ser yo?! ¡¡¡Calla, boca!!!) No puedes llevar las piernas al aire, sin medias y con una mini falda con la que vas enseñando las bragas (¡¡¡NOOOOOOOOO!!!)

La abuela levantó una pierna hasta la altura de  mi cabeza: "¡Mírala bien. En tu vida tendrás unas piernas como las mías. Y para que veas como puedo hacer lo que me da la gana: ¡Geooooorge, recoje los avíos de la paella de marisco! Hoy, en ésta casa, se comerá fabada de bote como todos los días.! -Y dirigiéndose a mi, dijo: - "¡AMEBA! Eso es lo que eres. Más sosa que una AMEBA.

Y mientras mi primer abuelito se lo pasaba en grande con la pamela, Pascualita hacía la señal de OK con sus deditos palmeados, Pepe soltaba su OOOOOOOOOOOOOO, el árbol de la calle y la cristalera del balcón aplaudían a la abuela, llegó la que faltaba para el duro. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! - "Cotilla, te invito a mi casa a comer paella ¿Cómo se te queda el cuerpo?" - De jota. - "Aprende Ameba" - dijo antes de cerrar la puerta de un portazo que dejó las bisagras temblando.

 

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