martes, 15 de junio de 2021

¡Menudo lio!

 Pensé que, bajo mi balcón, habían montado la feria de mi barrio. ¡Ostas! fue toda una sorpresa. Volvíamos a la normalidad. ¡Fuera mascarillas y viva el bailoteo! sobre todo el agarrao. 

Parece mentira que me haga tanta ilusión una cosa que nunca se ha hecho en mi calle sino en la plaza del Mercado. Es cierto que no se escuchaban pasodobles pero era innegable que había un buen barullo.

No me puse el mantón de Manila de la abuela para no trastear en el cantarano pero me coloqué una flor de plástico, de la tienda del señor Li, en el pelo y me asomé al balcón. ¡Menudo chasco me llevé!

La gente congregada rodeaba a una Cotilla llorosa y compungida - Pues sí, va diciendo que soy una ladrona ¡de iglesias, nada menos! Con todo lo que yo he hecho por ella... ¡snif!... Que triste es llegar a vieja y recibir éste pago... ¡snif!... 

Un vecino lloraba a moco tendido. - Yo, es que con éstas cosas no puedo ... ¡buuuuuuaaaaa! - El mismo llorón mandó a su mujer a por una cuerda larga para colgarme ¡a mi! de la farola.

Menos mal que ésta debe ser contraria a la pena de muerte porque, sin que nadie (salvo yo) la viera, sacó los pies del suelo y corrió hasta perderse tras la primera esquina.

El árbol de la calle, aunque apenas me habla. - No soporto a los soplones. - me dijo pero no me di por aludida porque yo soy soplonA.

El caso es que, haciendo de tripas corazón, el árbol me acogió entre las ramas de su ancha copa. Mi primer abuelito me regaló un abanico precioso, pintado por Picasso. - La noche antes de tu linchamiento será larga y calurosa. - dijo, supongo que para darme ánimos.




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