sábado, 26 de junio de 2021

La Conferencia.

 La visita de la abuela a mi calle ha traido consecuencias. Esta mañana se ha presentado en casa una Comisión (así han dicho en ellas: COMISION) de vecinas de la escalera y de otras fincas cercanas. Venían a pedirme que convenciera a la abuela para que nos de unas conferencias sobre el tema: DISFRUTAR DE LA VIDA A LA EDAD QUE SEA.

He quedado perpleja y como no sabía que decir porque me han pillado de sorpresa, he balbuceado: - Pero..., pero..., pero... - Por supuesto le pagaremos ¿Le parecerán bien veinte euros por cabeza? - ¿Qué cabeza? (la mía alucinaba) - Veinte euros cada asistiente. 

Dije que si con la cabeza porque me había quedado muda. ¡Por éste precio me aprendo la Constitución y se la recito al Lucero del Alba.

La abuela se emocionó y dijo que sí. Pero que no hacía falta que pagaran nada. Estaba pagada de sobra al haber pensado en ella. Que era una gran honor y que si patatín, que si patatán... - Bueno, ya quedare de acuerdo con ellas. (Si ella no quería cobrar, ¡ya cobraría yo!)

La reunión se hizo en el comedor de casa. Y el aforo quedó completo en un santiamén. Antes de que la abuela empezara la conferencia, la Cotilla me metió en mi cuarto a empujones: - Me he enterado de que aquí se paga y yo también quiero sacar tajada. - La abuela no quiere cobrar y... - ¡Pero tú si! Te conozco, bacalao, aunque vayas disfrazao. ¡Quiero la mitad!.

Desde el cuarto se escuchaban los aplausos que precedían a las palabras de la abuela. A mi no me quedó más remedio que repartir con la Cotilla para no perder todo el negocio.

Las vecinas (eran mujeres en su inmensa mayoría) salieron encantadas de la conferencia. Oí alabanzas como: - ¡Que sabia es ésta mujer! - No he parado de tomar notas. - ¡Esa sí que ha descubierto de la chispa de la vida! - ¡De mayor quiero ser como ella! - ¡Es mi heroína!

Desde la lámpara del comedor, mi primer abuelito no salía de su asombro: - Si parece una catedrática ¿Dónde ha aprendido tanto?

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