viernes, 11 de junio de 2021

LA MALDAD EXISTE.

He sentado a Pascualita sobre el frutero para hablar de algo que ella sabe de sobra, pues no en vano lleva viviendo millones de años y ha visto tantas desgracias como alegrías. 

Le he enseñado un dibujo de dos sirenitas nadando hacia la nada. Lo ha mirado fijamente y, poco a poco, lo ha relacionado con las noticias de éstos últimos días. Su primera reacción ha sido sacar su dentadura de tiburón a pasear en plan de ataque. 

- La MALDAD existe. Nadie puede negar esta frase. No tiene una cara determinada. Un patrón tipo. Tampoco es cosa del sexo masculino o femenino. Ni tiene justificación aunque se disfrace de celos, envidia, etc. etc... 

Los padres (o madres) que matan a sus hijos siempre tienen una razón que no dicen y es la de hacer el mayor daño posible. Son depredadores natos. Disfrutan haciéndolo. Porque son malos, quizás buenos vecinos, buenos compañeros de trabajo, de deporte... pero como la maldad no se refleja en la cara, después de cometida la atrocidad, se oyen frases como: nunca lo hubiéra esperado de él... o de ella.

La Maldad mata. Y Pascualita lo sabe. Ha visto la evolución de los seres que han ido poblando mares y tierras y el Mal siempre ha estado presente. ¿Están locos? La sirena dice que no. Nacieron con el estigma de la Maldad y disfrutan planeando y ejecutando su crimen.

Dicen que ojalá el asesino viva muchos años torturado por su conciencia... El que es Malo no tiene conciencia. ¿Se han arrepentido los grandes asesinos de la Historia, hartos de matar a inocentes, arrasar pueblos, masacrar familias enteras... No. Algunos piden ayuda "celestial" para no morir, como el brazo incorrupto de Santa Teresa por ejemplo, porque ellos se quieren mucho a sí mismos y a los demás que les vayan dando. 

Ayer apareció el cuerpecito de una de las dos niñas secuestradas por su padre, en el fondo del mar. Pronto, espero, aparecerá la otra. El Mal, su padre, ha hecho mucho daño, muchísimo: a sus hijas, a su ex mujer, a sus propios padres que se han enterado de que tenía la Maldad en su casa. A tanta gente.

El Mal ha ganado otra vez. ¡Maldito sea!

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