domingo, 13 de junio de 2021

¡Que injusto!

 Esta mañana he ido tras la Cotilla cuando ha ido a "trabajar" a las iglesias. En cuanto han abierto las puertas se ha colado en la primera y disimulando, se ha acercado a uno de los cepillos y en un visto y no visto, lo ha vaciado. Ni siquiera al sacristán le ha dado tiempo de verlo. 

Es una actriz como la copa de un pino. La beata más beata. La feligresa más enfrascada en sus rezos. La que se da más golpes de pecho... cuando ya ha empezado a llenarse la faltriquera. La persona a quien nadie acusaría de robo porque lo disimula divinamente. ¡Que artista se ha perdido Hollywood!

No he tenido más remedio que adelantarme a ella o quedarme a dos velas. He entrado en otra de las iglesias que también "límpia" y, aunque he intentado emularla, me ha descubierto el sacristán y me ha sacado fuera a base de golpes de cirio. - ¡La próxima vez que te pille por aquí, llamo a la policía!

Al salir corriendo tropecé con la Cotilla que entraba. - ¡Cuidado con el jodío sacristán! (gritè para prevenirla) 

Escondida tras una esquina, vigilé la salida de la vecina ¡y lo hizo del brazo del tiparraco! - Tiene usted razón, don Fausto. Hoy en día no se respeta nada... 

Al llegar a casa se armó la marimorena cuando la Cotilla me afeó que invadiera su territorio de trabajo. - ¡Eso no lo hace a nadie salvo que sea una advenediza como tu! - ¡Oiga, a mi no me llame eso! - ¡Te llamo como me da la gana!

Mi primera abuelito voló a nuestro alrededor arrastrando los volantes de un tejido tornasolado que me puso los dientes largos de pura envidia. - ¿Eso has hecho, nena? (su voz sonó  irritada) - El árbol de la calle, cuya oreja se entera de todo, tenía un tembleque extraño, como si fuera el aviso de un gran terremoto. - ¡No me lo puedo creer! ¡Que vergüenza!

La rabia subio a toda velocidad hasta salir por mi boca: - ¡¡¡No puedo pagar la factura de la luz!!! - A la lavadora le subieron los colores hasta el botón de ponerla en marcha. - Que ruin ereeeeesssssss ¡No me eches la culpa, jodía. Echasela a las Eléctricas!

Era tal el jaleo que había en casa que acabó sonando el timbre. Era Bedulio con el bloc de multas en mano. - ¿Qué he hecho ahora? - Escándalo público desaforado y, sobre todo, boicotear el trabajo de una vecina. - ¡Pero si lo que hace es robar! (yo estaba furiosa) - Y  levantar falsos testimonios a una pobre viejecita... - ¡¿La Cotilla, pobre..., viejecita... ?! ¡Estás loco, Bedulio! - Por insultar a la autoridad... - ¡¡¡Para ya!!! 

Menos mal que, al final se hizo justicia porque, cuando Pascualita, harta de gritos, se asomó al borde del acuario, escupió un buchito de agua envenenada hacia mi ojo en el momento justo en que me agaché para coger algo que tirarle a la cabeza del Municipal y no me dio a mi... Ahora Bedulio duerme la mona de chinchón mientras el ojo herido ya le ocupa más de media cara y no para de crecer ...

 

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