domingo, 6 de junio de 2021

La Uija

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! Mira que me he encontrado, nena. - ¿Una cartera llena de euros, Cotilla? - ¡Ojalá! Pero no te hubiese dicho nada. - ¿Por qué? Podría haber comprado unas pizzas para celebrarlo. - ¡Por eso, porque pides más que Hacienda! 

Me enseñó una caja envuelta en papel de celofán. - ¿No me diga que la ha encontrado en la calle, cerquita del la tienda del señor Li. - Con lo tonta que eres y, a veces me asombras, boba de Coria ¿Cómo lo sabes? - Porque ya la conozco más que si la hubiese parido... ¿qué es? - Un juego que se llama... (la Cotilla entornó los ojos, arrugó la nariz, sacó la punta de la lengua y estiró el brazo que aguantaba la caja) Es una cosa extranjera porque... no sé que dice. - ¿Y si se compra unas gafas? - ¡¿Con lo caras que son?! Quita, quita. Tal vez un día me encuentre unas por la calle... 

 Lo que habia "encontrado" la Cotilla era un juego de la Uija. - ¿Es como un parchís? (preguntó) - Con ésto podemos ponernos en contacto con los espíritus ¿Por qué no lo probamos y llamamos a mi primer abuelito?

Saltó como un resorte, blanca como la pared; - ¡¡¡Lagarto, lagarto!!! A ese ni lo mientes. ahora mismo voy a devolverlo. - ¿A quién? ¿No dice que lo ha encontrado?

Llamaron a la puerta. Era Bedulio el Municipal acompañado de un chino que trabaja en la tienda del señor Li. - ¿Está la Cotilla? - ¿Me tomas por chivata? Sí que está. - Entraron hasta el comedor donde encontraron, encima de la mesa, el juego de la Uija. - ¡Sel este! ¡Yo lleval a señol Li! 

Pero antes de que pudiese cojerlo, la caja se levantó hasta la lámpara del techo. Tanto el chino como el Municipal quedaron con un palmo de boca abierta, los ojos saliéndose de las órbitas y tiesos como la mojama. Ni respiraban 

El abuelito hacía rodar la caja, subía bajaba y, uno tras otro, el chino y Bedulio cayeron desmayados bajo la mesa junto a la Cotilla que fue quien cayó primero. 

El abuelito triunfó por todo lo alto con su numerito y tuvo que saludar, repetidas veces, a sus admiradores que no paraban de aplaudir y gritar: ¡¡¡Torero, torerooooo!!! - La que liaron en un momento el árbol de la calle, sus miles de hojitas, la cristalera del balcón, Pascualita , Pepe y Calderón de la Barca que pasaba por aquí.

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