miércoles, 2 de junio de 2021

La Cotilla.

- Chist... chisssssst... Nenaaaaa, ¿está el señor Li? - ¿En casa? no. ¿Qué pasa, Cotilla? - Me han dicho que quiere vender éste edificio. - No sé de dónde ha sacado esa idea. Ningún vecino  vendera su casa.

La Cotilla entró con precaución. - ¿Estás segura de lo que dices?... sacaríamos un buen pellizco de euros y yo no llego a fin de mes... - Cotilla. ¿de quién salió la idea? - ¡Qué se yo! - Sí que lo sabe. Esto es cosa suya. ¡Es una traidora! Mi casa no se vende. - Tampoco te pongas así, ya sabes que hablando se entiende la gente... Además, a nadie le amarga un dulce.

Me puse como Cristobal Colón, junto a la puerta de la calle, con el brazo extendido y el dedo señalando la escalera: - ¡FUERA!

Al poco rato hubo vendedores chinos subiendo y bajando, seguidos de gente con ojos ilusionados dispuestos a entrar en todos los pisos a ver, opinar, calcular y decidir si compraban o no. 

Creía estar a salvo en mi castillo cuando, de repente, se abrió la puerta por arte de biribirloque y, sobretodo de la llave que tiene la Cotilla.

Todos en casa contemplamos, boquiabiertos, el desfile de posibles compradores. - ¡Abuelito, haz algo! - Tengo curiosidad por saber cuánto te darán por el piso. - ¡Nada! No lo vendo. 

Cuando la Cotilla se me puso a tiro la empujé hacia el balcón. Las cristaleras se abrieron de par en par y se cerraron, rápidamente, tras ella. Una rama del árbol de la calle la enganchó por un pie y la sostuvo en el aire, boca a bajo, a pesar de los gritos de la vecina. El abuelito se empeñó en verla volar y no me disgustó la idea. La salvó un grito de la abuela que, en ese momento, se apeaba del rolls royce. - "¡Ya no tienes edad para hacer circo, Cotilla!"

De momento todos seguiremos juntos. El piso es nuestro nexo de unión - ¿Verdad, Pascualita? - Las manitas palmeadas hicieron la señal de OK

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