sábado, 2 de abril de 2022

Empacho.

A Pascualita le está costando hacer la digestión del atracón de pollo y se hunde hasta el fondo de la garrafa. - Así no cabes en el termo de los chinos (le dije en tono de reproche) 

 Del mercado traje unas sardinas para emplear a modo de zanahoria para hacer andar al borrico.

Metí agua de mar en la bañera, y acto seguido, a Pascualita. Puse una de las sardinas de cebo en una caña de pescar que me tocó, hace tiempo, en una caseta de feria e intenté que la sirena la persiguiera pero no movió ni  un músculo. Estaba tan llena que al ver "comida" tuvo arcadas: - ¡Ni se te ocurra vomitar aquí! - No sé para que le dije nada.

Dejé todo como estaba y fui a ver la tele un rato... Me despertaron los gritos de la Cotilla: - ¡Nenaaaaaaaaaaaaaa, llama a los bomberos! - ¡¡¡SABÍA QUE UN DÍA QUEMARIA LA CASA!!! ¡¡¡SALDREMOS EN LA TELE POR SU CULPA!!! ¡¡¡SI QUIERE MONTAR ALTARES A LOS AMIGOS DE LO AJENO HÁGALO EN SU CASA, COÑEEEEEEE!!!

Solo al salir corriendo al comedor me di cuenta de que en la salita no había fuego. - ¡Cotilla! ¿dónde está? - ¡¡¡EN EL BAÑOOOOO!!! - ¡¿Hay... fuego! (me había olvidado de la sirena) - ¡Ni fuego ni leches. Una fiera corrupia es lo que hay!

Pascualita, en estado puro, intentaba atacar a la vecina con sus dientes de tiburón pero por más que intentaba impulsarse con la cola, su tripón podía más y la hundía. Ni siquiera tenía fuerzas para tirar buchitos de agua envenenada.

Tiré una toalla sobre ella, la cogí y salí por pies mientras la Cotilla, con los pelos de punta, gritaba: - ¡Llama a la tele! ¡¡¡POR POCO ME COME UN MARCIANO!!!

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario