martes, 5 de abril de 2022

Reanudando las clases.

Cada vez me da más pereza llamara a la abuela porque tengo que pelearme con Geoooooorge que es su mayordomo inglés y su perro de presa, el jodío. Pero, a veces, no me queda más remedio, como ésta mañana que estaba más aburrida que una ameba. - Dile a la abuela que se ponga, plis. - No estar. - ¡Sí que está! Que se ponga, mamarracho. - No poder ser. - Como venga a la Torre del Paseo Marítimo te calentaré las orejas! - Estar con madame Momia (se apresuró a decir. - ¿Estás seguro? - Yes. - ¿Y que hacen? - ¡Dancing!

Así me enteré que mi bisabuelastra había reanudado sus clases de baile zumbón que había dejado arrinconado a causa de la pandemia y de la deserción de los cubanitos-culito-respingones que huyeron aterrorizados ante el contagio del covid y la mortandad de las personas mayores.

En un plis plás me presenté en la Torre del Paseo Marítimo, no sin antes jurar por el bienestar de sus raíces al árbol de la calle que, a la vuelta, le contaré, de pe a pa, lo que haya pasado allì.

Entre Geooooorge y yo aporreamos la puerta del dormitorio de la Momia. La música estaba a toda pastilla y costó mucho que nos oyeran. - ¡Tenéis a los vecinos sin pegar ojo toda la tarde! - ¡Ajo y agua! (contestó la Momia sin dejar de mover el esqueleto) 

De detrás de un biombo chino que, a saber los siglos que lleva en el caserón porque se notaba que tenía mucha confianza, salió Andresito, sudoroso y con cara de alivio. - ¿Ah, eres tu, nena? - ¿Quién pensabas que era, Hacienda? - ¡¡¡LAGARTO, LAGARTO!!! ¡No llames a la Desgracia!

Por lo visto tienen un vecino que es luchador de sumo japonés y tiene un cuerpo que parece un autobús de dos pisos de lo enorme que es: - No le gusta la música y ya nos ha amenazado varias veces con hacernos picadillo. Mi madre dice que tiene la solución al problema... - ¿Bajar la música? (dije) - No. Llevármelo al huerto pero mi hijo, que es un meapilas, no quiere. Dice que no tengo edad para éstas cosas ¡¿Ciento quince años no es una edad para lo que sea?! No sé a quién ha salido. A mi marido no, desde luego. Ahora, a su padre, no digo yo que no...

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