miércoles, 27 de abril de 2022

La habitación fantasma.

Saqué el chinchón y me senté con la Cotilla en la salita. Despuès de unas cuantas copas pregunté. - ¿Qué historia es esa de la habitación fantasma? - No es una historia sino una realidad. He estado en ella. - ¡Caray! sería en sueños. - Estaba bien despierta cuando entré porque, para asegurarme, me pellizqué y mira, me hice este morado.

Ya solo me quedaba decir: - ¡¡¡Pues vamos a ver la dichosa habitación!!!. 

Hay palabras que gustan, ordenan y manda como, por ejemplo: ¡¡¡Abracadabra!!! Eso mismo le pasó a la frase que acababa de pronunciar porque, en un santiamén, me vi rodeada de todas las criaturas que habitan mi casa. La Cotilla también, solo que no los veía.

La seguí (la seguimos) y por el camino recogí a Pepe el jibarizado. Mi primer abuelito apareció envuelto en un sudario para safaris, son su salacof y todo, en seda natural y aroma de aventura épica. 

La Cotilla se metió en la despensa, apartó el saco de patatas que había junto a la pared y señaló algo que estaba sobre el zócalo. - ¡Ahí está! - "Ahí" era un agujerito por el que, a duras penas, se deslizó Pompilio en busca de calcetines, supongo. Detrás de él entraron todos los demás, los comensales de la Santa Cena incluidos por lo que el cuadro quedó vacío. También se coló alguna que otra hojita del árbol de la calle. Las bolas de polvo no se quedaron atrás. Cerraron el "desfile" mi primer abuelito y Pascualita. 

- ¡Vamos! - dijo la Cotilla. Ahí comprendí que la cabeza de la casi centenaria empezaba a desvariar. Pero, antes de que pudiera hacerle un comenteario sobre el tema, la vecina ya se habia deslizado al otro lado de la pared. 

Miré el agujero. Era un gran útero que se amoldaba a todos los tamaños de quienes querían ver el "misterio". Por ello me armé de valor y pasé al otro lado del rodapié. Y era verdad, había una habitación más grande que toda la casa, de techos altísimos como los de las catedrales. Un órgano enorme tocaba ¡Que noche la de aquel día! Y todos bailamos al compás. 

Llamó la abuela: - Estoy en tu casa y tú ¿dónde estás? - Detrás de la despensa. - "¡No me digas más! Te apetecía picar algo y en lugar de hacerte un emparedado de jamón ¡te has emparedado de verdad! Ya sabía yo que si entrenabas serías más tonta aún.

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