domingo, 10 de abril de 2022

La cucaracha.

 Hoy la escoba ha recuperado una de sus razones de ser. Y todo ha sido por una canción de los mariachis a la que se ha sumado, como no, el árbol de la calle que, el muy jodío, se apunta a un bombardeo.

Estaba yo de conversación con Pascualita y Pepe mientras desayunábamos cuando guitarras y trompetas, a las ocho de la mañana dominguera, han sonado con toda su potencia. Se ha armado la revolución, con decir que la calle se ha llenado de vecin@s, coches de policía, camiones de bomberos, gente gritando, sirenas a todo meter.

Bedulio queriendo escaquearse de subir a mi casa dijo tantas veces que no con la cabeza que acabó mareado y cayó redondo al suelo. Yo le aplaudí porque vi arte en ese modo de caer.

Entonces el mariachi cantó: ¡LA CUCARACHA! 

¿Por qué tuvo que hacer eso? ¿No teníamos ya bastante jaleo armado? - ¡¡¡La cucaracha, la cucaracha, ya no puede caminar ... !!! - ¡¿Qué no?! - dijo una cucaracha desde la tapa de una alcantarilla. 

Miles de cucarachas salidas de vaya usted a saber dónde, inundaron calles, aceras, fachadas, árboles, etc. etc. etc... mientras bailaban al son de la música y jaleaban a la bisabuelastra que seguía el ritmo con su gracia natural.

 Lo más bonito era ver como a mi primer abuelito se le caía la baba, claro que a él no le subían los bichos por las piernas. 

De repente, la escoba empezó a barrer cuanta cucaracha se le ponía a tiro. La vidriera del balcón se abrió y por allí cayeron todas. Tras ellas fueron los mariachis y la Momia. No sufrieron daños porque aterrizaron sobre el montón que se había formado bajo el balcón.

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