miércoles, 10 de agosto de 2022

Akelarre deslucido.

 Agolpados en el rellano de la escalera estábamos casi todos los de casa, bolas de polvo incluídas. A los que no podían asomarse como el árbol de la calle, lo comensales de la Santa Cena, la vidriera del balcón, etc. les contábamos lo que ocurría unos pisos más arriba.

Pascualita y Pepe estaban conmigo, la primera en mi escote y la cabeza jibarizada colgada de mi cuello.

El escándalo que se formó atrajo a vecinos de otras fincas y poco después llegaron los Municipales con Bedulio a la cabeza. Al verme se echó un poco para atrás mientras que el color desaparecía de su cara. - ¿Está tu... abuelito ... aquí? - ¡Claro!. También le gustan las fiestas aunque ya no esté en éste mundo. Tendrías que ver lo elegante que va con su sudario akelarrero, lleno de cuernos y cuerpos ardiendo... - ¡¡¡Calla, calla o te arresto!!!

Los gritos del árbol de la calle sonaron muy enfadados. - ¡¡¡Déjate de cháchara y cuenta lo que pasa!!!

Lo que pasaba era que las brujas que debían bailar, seducir y hacer el mal a troche y moche, no se presentaron. - Se han asociado y dicen que, por cuatro perras, no exponen sus escobas al anárquico tráfico de los patinetes. 

Total, que el akelarre estuvo muy deslucido y la Cotilla, que sabe más que el Diablo, vació la despensa de su casa de la gran cantidad de botes de cerveza con que obsequia a sus inquilinos-turistas a los que les cobra el oro y el moro por un pisito interior, para congraciarse con los vecinos.

A la cerveza se apuntaron todos. Aquello fue un despiporre de borracheras. A la gente les salía la cerveza por todos los agujeros de sus cuerpos.

El primero en marcharse del jaleo fue el Macho Cabrio: - Ya no estoy para estos trotes (me dijo cuando pasó por mi rellano) Menos mal que tengo sacos de bicarbonato en el Infierno. Que pase un buen día, señorita. - Lo mismo le digo, buen hombre ¡digo, MAL hombre!


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