domingo, 14 de agosto de 2022

 Ayer, por primera vez y sin que sirva de precedente (supongo) mi familia se preocupó por mi. Yo ni me enteré pero, me ha contado Pompilio, que hasta Pascualita estaba inquieta al no verme en todo el día.

Ni siquiera mi primer abuelito sabía dónde estaba porque desaparecí sin decir ni pío. ¿tal vez ni siquiera yo me di cuenta? Algo de eso hubo.  Claro que si no me hubiesen necesitado, mi desaparición no hubiese tenido la menor importancia. El caso es que, cuando reaparecí, allí estaba todo el mundo haciendo conjeturas.

- "Alguna banda mafiosa se ha enterado que somos ricos, la han secuestrado y ahora pedirán el oro y el moro por devolvérnosla vivita y coleando. ¡Pues no vamos a soltar ni un euro, Andresito!" - Pero, cariño... - "¡No hay más que hablar. Si quieren dinero, que trabajen!" (la abuela fue categórica) - ¿Y si es cosa de la Mafia China del señor Li? (avanzó la Cotilla) - "Entonces te hubiesen llevado a ti" - (Todos estuvieron de acuerdo con la abuela)

Mi primer abuelito no podía hacer nada salvo insuflar ideas en la mente de los presentes como se vio claramente, cuando la abuela se dio un golpe en la frente diciendo: - "¡Ahí va, los donuts!" - Y corrió a la nevera, sacó cubitos y los echó al acuario de la sirena a quien el calor estaba cociendo a fuego lento. 

El árbol de la calle, juró y perjuró que no me había visto desde el desayuno. Pepe el jibarizado lanzó un OOOOOOOOOOOOOOO preocupadísimo. Los comensales de la Santa Cena no probaron ni el pan. Las bolas de polvo dejaron de correr bajo los mueble para no perderse nada de lo que se decía.

Era noche cerrada cuando la cristalera, abierta de par en par, explotó: - ¡Ya no puedo más! ¡La conciencia me atormenta! ¡La nena está en el cubo de fregar! - ¡Calla, traidora! (grito la fregona mientras empujaba el cubo hacia el balcón para vaciarlo a la calle)

Una rama frondosa del árbol se lo impidió y obligó a la fregona a que se escurriera bien, hasta la última gota. 

A Bedulio, a quien no le llegaba la camisa al cuerpo, le castañeaban los dientes de miedo mientras repetía el mantra: - La nena está en el cubo... La nena está en el cubooo... 

Efectivamente. Estaba en el cubo desde el momento en que un golpe de calor me fundió mientras la cristalera me recriminaba lo sucia que la tenía: - ¡LIMPIAME AHORA! - ¿Con éste calor? ¡Ni hablar! -

El Calor que andaba prendado de la cristalera, se hizo el machito delante de ella y me fundió. La fregona, ansiosa de que el Calor se fijara en ella, me absorbió y se metió en el cubo pero el Calor ni se fijó en ella. Mohína, pensó en hacerme pagar las pocas veces que la uso.

Geoooorge, como buen mayordomo inglés, escurrió la fregona a fondo y fui apareciendo... Y este es el motivo por el que, anoche, no pude escribí el relato de Pascualita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario