sábado, 20 de agosto de 2022

Es peor el remedio que la enfermedad,

Durante los años que lleva Pascualita en casa hemos probado de todo para aliviarle los calores erótico-festivos y nada a dado resultado. La falta de sirenos, aunque sean de mentira, me pone de los nervios. 

He llamado a algunos de los manitas que fabrican robots con apariencia real y me piden los dos riñones y ambos ojos: - ¡Aprovechados! ¡que mi sueldo no llega a mil euros! (les dije a todos) - Respondieron que si quiero un muñequito vaya a las Muñecas de Famosa. Otro me llamó viciosa. A este no lo entendí... ¡Ah, ahora caigo! ¡La madre que lo parió!

Finalmente, un cerebrito encontró una solución "viable" Hizo una peliculita en 3D donde un sireno de buen ver y pelazo de algas que llegaban hasta la punta de la cola plateada, nada tranquilamente en las profundidades del mar. La escena se repite hasta la saciedad para que Pascualita se recree mirándola.

Al cerebrito le dije que era para un sobrinito al que le encantan los sirenos. - Serán sirenas, que es lo normal. - No, a mi sobrino le gustan más los sirenos... - Pero... - Ya sabes, para gustos, colores.

Antes de ponerlo en la tele como me enseñó "el artista" me cercioré de que no estaba la Cotilla en casa. Cerré la puerta con llave y avisé a todos los de casa que íbamos a conocer al "novio" de la sirena. Suspiraron aliviados al saber que había encontrado la solución a su problema.

Puse a Pascualita en mi regazo, delante del televisor y lo puse en marcha.

Ahora no tengo tele, ni butaca en la salita. Mi nariz es más larga que la de Dumbo. Mi primer abuelito no tiene cortinas donde aparecer. El cuadro de la Santa Cena cuelga, peligrosamente, de un clavo. En casa no quedan jarros, flores de plástico ni nada que se le parezca La vidriera está rota. El árbol de la calle ha perdido algunas partes de sus ramas... Es como si un tornado hubiese entrado en casa.

Cuando la sirena vio al apuesto sireno se lanzó a por el sin darme tiempo a sujetarla. Una y otra vez intentó hacerse con él y al no lograrlo, mordió. Mordió todo cuanta cosa se le puso a tiro. Era un basilisco cabreadísimo ... y así sigue.

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