jueves, 25 de agosto de 2022

Alaridos.

Unas voces venidas del infierno, por lo menos, me pusieron los pelos de punta. Llamé a mi primer abuelito - ¿Qué pasa? - Eso digo yo ¿Y éstas prisas para verme? Espero que sea por algo importante porque estoy en plena prueba de mi nuevo sudario Verano Caliente, que me está haciendo Oscar de la Renta. Será una pasada... - ¡No seas tan frívolo, abuelito y escucha!

Por más que puso la oreja, el ánima de mi abuelito no se inmutó. - ¿Qué tengo que oír? - Esos gritos, lamentos, quejidos, rugidos de tigre de Bengala ... ¿Estás sordo? - En el Más Allá no se pierden facultades, bonita. - Pues no entiendo como no te sobresaltas... - Ah. ¿te refieres a la zapatiesta que tienen montada dos gatos en celo? jajajajajajajajajajaja ¡Aaayyy, que graciosa eres! - Y se esfumó.

Así que dos gatos... ¿en mi casa? No pero casi. Estaban subidos en la copa del árbol de la calle y se desafiaban, dispuestos a todo, hasta a quedarse sin rabo. - ¡¡¡Iros a otro árbol, jodíos. aquí no quiero peleas!!!

Los asistentes a la Santa Cena habían cambiado de postura y fijaban la vista en lo que se avecinaba. El de las 30 monedas en la faltriquera fue el único que intentó apostar pero, furioso, el árbol de la calle se sacudió desde las raíces hasta la hojita más alta y los gatos, ofuscados, perdieron el equilibrio cayendo sobre Bedulio que, en esos momentos pasaba por allí haciendo su ronda habitual y huyeron del lugar.

El pobre, asustado al verme en el balcón, gritó: ¡¡¡¿Eso es cosa de tu primer abuelitooooo?!!! - ¡ NOOOOOOOOOOOOOO! - ¡ANDA QUE NO! - Y giró la esquina a paso de carga.

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