miércoles, 17 de agosto de 2022

Y vuelta al celo.

Llamé a la abuela que, después de mucho discutir con Geoooorge, su mayordomo inglés y perro guardián, se puso, por fin, al teléfono. - ¿Has visto el Tiempo? Dicen que lloverá en Palma... - "No. Dicen que lloverá en Mallorca" - ¿Y tu ull de poll que te dice? - "Mi ojo de pollo, o callo, dice que sí, que lloverá" - Entonces prepararé el paraguas, las katiuscas, el chubasquero... - "¡Para, para! Ni que te prepararas para recibir al Diluvio Universal, boba de Coria!" 

El árbol de la calle, que había escuchado el diálogo, se rió de mi. - Que exagerada eres. Si solo han caído cuatro gotas que ni siquiera han mojado la calle. Mis gorriones están que trinan contra ti porque se les han llenado los nidos de arena y me han encargado que te diga (porque saben que la culpa es tuya) que te vayas de una vez por todas a Egipto, te estés unos días allí para que te vea bien el Desierto y deje ya de venir a visitarte aquí. (Me conmoví) - Es que, desde la primera vez que nos vimos, hubo sintonía entre nosotros... Aaaayyy...

A pesar de mis suspiros logré oir al árbol de la calle cuando musitó: - No es más tonta porque no se entrena.

Pascualita está inquieta. No creo que sea por la tormenta que se anuncia porque las habrá visto de todos los colores en su larguísima vida, así que tiene que ser otra cosa... ¡Oh, nooooo! ¡El celo otra vez! ¿Pero cuánto le dura, a la medio sardina ésta, su vida sexual? 

Mientras la sirena daba furiosos saltos mortales, cayendo donde menos lo esperaba, le recriminé su falta de previsión para el futuro. - ¿Te tenías que comer a todos los sirenos que se atrevieron a rondarte? Haber dejado uno vivo que te sirviera de comodín porque a ver qué hago yo ahora ¡otra vez!

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