miércoles, 24 de agosto de 2022

Viva la moda.

Lo de los sombreros Plaza de Toros ha traído cola. Ahora resulta que mi primer abuelito, que desde que es un espíritu se ha convertido en un dandy de tomo y lomo, no quiere quedarse atrás y, después de escuchar a su ex, les ha pedido a sus amig@s modisto@s que le hagan unos cuantos, a cual más original.

Mi segundo abuelito, Andresito, está desesperado y me ha llamado para pedirme ayuda. - ¡Tu abuela quiere que salga a la calle con una especie de Plaza de Toros en la cabeza! ¿Cómo voy a salir con ese horror? Iré dándome porrazos contra las farolas y las esquina. ¡Dios mío, y yo que creía que acabaría mis días tranquilamente en mi cama y no tirado en una acera con el cráneo abierto... ¡snif!...¡¡¡BUAAAAAAAAAAAAAAAA!!! 

- No hagas caso a la abuela, hombre... - ¿Entonces a quién? ¿A ti? - Pues, si... - ¡Ni hablar! dice tu abuela que toda la culpa es tuya. ¡¡¡TUYAAAAAA!!! - Y me colgó el teléfono.

Estaba patidifusa. La culpa era de Pascualita, que se metió en mi mochila de playa sin permiso, saltó y fue cazada por el pico de una gaviota que pensó hacer una buena merienda con la medio sardina pero le salió el tiro por la culata cuando Pascualita, convertida en fiera corrupia, mordió su cabeza con saña y el veneno hizo su trabajo: hinchó de tal manera aquella cabeza que logró historias y leyendas urbanas como en los tiempos en que los juglares andaban por el mundo. 

Puse la tele para olvidarme de mis problemas y de repente, ¡una alegría! La moda española resurgía como el Ave Fénix "gracias" a la fiebre desatada en todo el mundo por los absurdos sombreros Plaza de toros.

Y entonces me dio por pensar: ¿Y qué gano yo con eso? ... ¡¡¡NADA!!! ... anda que...

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