jueves, 4 de agosto de 2022

Poner a salvo a Pascualita.

 Cada día llamo a la tienda de los chinos para enterarme de como va la evolución del señor Li, cosa que me tiene sin cuidado pero me preocupa lo que pueda decir una vez que le baje la hinchazón del rostro.

- ¡Buenos días, boba de Colia. - Que no me llamo así... (estoy cansada de decírlo) - Señol Li estal contento contigo. Decil que tu sel muy buena. - Vale, dale las gracias. ¿Ha dicho algo más? - Si, pelo mi no entendel... yo sentil mucho.

Cuando he llamado hoy el que me ha cogido el teléfono parecía un cascabel: - ¡Señol Li decil otla cosa: ¡Golda! - ¡Cooooñe! (solté yo) - Señol Li decil que tu venil a tienda. - Yo trabajo, nene y tengo un horario. - Tu venil, polfi.

Dicen que la curiosidad mató al gato y, aún sabiéndolo, fui.

- ¿Tú polque llamal a mi cada día? - Es un deber ciudadano preocuparse por el prójimo. - Yo reil tu chiste, mila: ¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!! - ¿A qué viene esto? - ¡¡¡TU TENEL GAMBA GOLDA EN CASA!!! - Si me pinchan mo me sacan sangre... - ¡No diga tontás, hombre! - ¡Mi sabel qué pasal! ¡¡¡GAMBA GOLDA ATACAL A LI Y A COTILLA!!!

No conseguí que diera su brazo a torcer. - Yo quelel gamba golda para espachulala, pisal.la, fleil.la en wok con salsa de soja y dal.la de comel a los pel.los... - ¿Gambas en el pelo? - ¡A los pel.los! ¡Tu hacel tonta! ¡Yo sabel! ¡Mi tenel cluz contigo!

Al llegar a casa Pascualita nadaba tranquilamente en su ´"exótico" acuario y no le gustó nada que la cogiera bruscamente para meterla en un bote de fabada asturiana lleno de agua de mar y guardarlo en la despensa junto a los demás botes...

Espero que la Mafia China no hile tan fino.


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