sábado, 6 de agosto de 2022

Que pesado el señor Li.

 Me abalancé contra la Cotilla que ya iba embalada hacia la despensa: - ¡¿Está loca?! comer fabada con el calor que hace... - Hace dos días, comimos. - Pero ahora estamos en la séptima ola de calores... ¿quiére que le de un jamacuco? - ¿Qué comemos entonces? - Fabada asturiana congelada y convertida en cubitos. Ve, algo fresquito y saludable. - Si es así...

De momento, Pascualita está a salvo en la despensa. Claro que esto me cuesta tener que hacer cubitos de agua de mar para que la medio sardina no se achicharre.

Fui a la tienda del señor Li a por moldes de plástico de cubitos. Compré varios: blancos para los de agua del grifo, azules para los de agua de mar y rojos para los de Fabada. En ese momento no estaba el señor Li pero cuando se enteró de mi extraña compra (según él) se presentó en casa. - ¿A gamba golda gustal cubitos? - ¡Y yo qué se! - ¿Pol qué tanto cubito? ¿Tenel muchas gambas goldas? - Noooo. Son para... el árbol de la calle. El pobre pasa mucho calor porque está todo el día en la calle. - ¿Tu decil veldad? - Como siempre. (lo dije muy seria)

Tuve que tirar al alcorque tooooodos los cubitos que tenía porque, junto al árbol, el señor Li había dejado a uno de sus empleados para asegurarse que todo era verdad.

Esa misma noche tuve que aguantar el malestar del árbol por la cantidad de fabada consumida - ¡Me ha caído pesadísimo! ¡Tengo tantos gases que temo salir volando como un globo! El agua de mar, tan salada ella, me ha hinchado las raíces ¡Al final me dará un infarto!

Mi primer abuelito, envuelto en un sudario sudoroso que echaba gotas de sudor a diestro y siniestro, pensó que no era justo lo que le pesaba al árbol e hizo un vuelo rasante sobre el chino que estaba de guardia, mojándolo y dejándo un resquicio entre el Más Allá y el Más acá para que el hombre lo vislumbrara. ¡Y vaya si lo vio!

Corrió como si le fuera la vida en ello. Se postró ante su jefe llorando a mares y dijo: ¡Yo vel antepasado de boba de Colia! Mi no quelel vel más... - Y se desmayó.

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