viernes, 11 de noviembre de 2022

Dichosa abuela.

El timbre del teléfono bailó un zapateado en mí cabeza. Intenté resistirme a abrir los ojos para no perder el hilo del sueño en el que estaba metida segundos antes pero fue imposible y no tuve más remedio que levantarme, ir hasta la salita, descolgar el aparato y decir, con voz estropajosa: - ¿Aló...? le habla su asesina.

Como un clarín, el grito de la abuela, resonó tan fuerte que despertó a los personajes que, a esas horas brujas de la madrugada, dormían a pierna suelta ... menos a Pepe el jibarizado, que no tiene piernas. ni Pacualita que tiene cola; ni las bolas de polvo que no tiene ni una cosa ni otra; ni el árbol de la calle que tampoco, ni... Bueno, ¡vale ya! solo me desperté yo.

La abuela dijo: "Voy a cambiar el testamento en cuanto se despierte el notario. La Torre del Pase Marítimo será para mi chiquitina bonita..." - ¡Gracias, abuela! - "¡Pascualita!" - ¡Pero, pero... pero... ¿Por qué? - "Porque tiene la voluntad de darme un bisnieto. No como tú" - ¡¿Con un submarino nuclear de plástico como padre?!" 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Ya le estás dando la murga a tu abuela? Que cruz tiene contigo. ¿Qué comemos hoy? 

Entonces me di cuenta de que llevábamos hablando la abuela y yo desde la madrugada sin haber logrado tirar por tierra su cerrazón. 

No fue hasta que el sopor de la siesta me adormeció , cuando vi el camino abierto para llegar a ser la Señora de la Torre del Paseo Marítimo: Echar a la sirena al váter y tirar luego de la cadena... jijijiji

 

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