jueves, 10 de noviembre de 2022

El silencio.

Andresito ha tenido que venir a buscar a la abuela porque de la emoción por "el detalle" de Pascualita, según ella, de tener el dichoso bisnieto aunque salga medio sardina, le ha dado un soponcio y ha caído redonda al suelo.

Ha sido una caída tan espectacular que me ha dado un ataque de risa y he contagiado a todos los personajes que acabaron batiendo palmas como locos. Que buen rato pasamos. 

Llegó un momento en que, una persona bien educada, se hubiese levantado y agradecido los aplausos y Santas Pascuas pero la, abuela, que es muy teatrera, siguió con la pantomima del soponcio  hasta que, harta de verla en ese plan, llamé a Andresito para que se la llevara a El Funeral como todas las tardes.

A todo esto, su amiga del alma, la cosa más bonita que parió madre y no sé cuantas sandeces más, ni se inmutó y siguió a lo suyo. Para mi que éste bicho súper prehistórico, quiere heredar la Torre del Pase Marítimo pero será ¡¡¡POR ENCIMA DE MI CADÁVER!!!

De repente el sonido del motorcito del submarino nuclear se paró. Y fue un alivio. El árbol de la calle soltó un suspiro de alivio. Hasta ese momento no nos habíamos dado cuenta de lo pesado, monótono que era.

Desde la cocina llegó un OOOOOOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado alegrándose del silencio. Y sin hablarnos unos a otros, simplemente con  la mirada, acordamos deshacernos de todos los submarinos,,, aún a costa de que la abuela se quede sin su jodío bisnieto. ¡Hombre, ya!

 

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