lunes, 14 de noviembre de 2022

La culpa es de la Cotilla.

Después de mucho buscar, no me quedó más remedio que llamar a la abuela. - ¿Yes? - Hola Georgebrexit. dile a la abuela que se ponga, plis. - Madame decir que no estar. - Pregúntale si tiene lo que me imagino que tiene. - ¿Sel un galimatías? - ¡Me sorprendes, inglés! ¿Que sabrás tu de galimatías, martingalas y zancajos? - ¿Tu hablar españolo ahora? - ¡Que le preguntes a mi abue...!

- "¿Qué mosca te ha picado, boba de Coria?" - No está. No la encuentro. ¿La tienes tú? - "¿Hablas de quién yo creo?" - De quién si no... - "¡Ahora vengo a tu casa!"

Un cuarto de hora después entró la abuela como un basilisco frenándose junto a la pila de lavar. - ¿Habéis aparcado bien el rolls royce? No se oyen pitidos... - "El monopatín en tu descansillo" - ¿Te has motorizado? - "Lo lleva Geooooorge. Le pago para llevarme de la Ceca a la Meca a pesar de que no le hace ninguna gracia. Dice que lo rebajo profesionalmente.

Mientras hablaba metió los brazos entre las algas y arena del fondo del "acuario" en busca de la sirena perdida. y no la encontró. Seguimos buscando pero todo fue inútil. 

Con una jarra de chinchón on the rocks frente a nosotras para darnos ánimos e inspiración, ambas soltamos unas lagrimitas por Pascualita. - Se ha escapado... ¡SE HA ESCAPADO! - Esto es cosa de la mafia china ¡TODA LA CULPA LA TIENE LA COTILLA!...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ¿Me estáis poniendo a parir? - No caerá esa breva (dije con rabia)

La voz del árbol de la calle, potente, retumbó por todo el barrio cantando Clavelitos y un momento antes de recibir nuestras quejas, se calló. El griterío de miles de hojitas me impulsó a salir al balcón. El árbol de la calle, tan fuerte y orgulloso, se había desmayado y permanecía apoyado contra la pared. Algún vecino había llamado a Parques y Jardines del Ayuntamiento y su furgoneta acababa de llegar.

El grito de la Cotilla hizo que entráramos precipitadamente en casa. La vecina corría de acá para allá con mordiscos de Pascualita en la nariz que ya comenzaba a crecer. En el suelo estaba su bolsa de la que salían submarinos de aluminio a los que la sirena se enroscaba, frenética. - "¡Anda, hija, que fuerte te ha dado, jodía!"

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario