lunes, 19 de diciembre de 2022

Cientos de bolas.

 Las bolas de polvo están revolucionadas y no paran de correr de aquí para allá mientras gritan. - ¡Queremos ser bolas de Navidad! ¡El polvo al poder!

Que tabarra llegan a dar. Y son muchas porque se van desdoblando hasta el punto de tener que ir sorteándolas para no espachurrarlas. Quien no tiene miramiento es Pascualita. Se hincha de comerlas porque, creo que se ha dado cuenta que no llenan la barriga porque se deshacen entre sus dientes de tiburón.

Las bolas han estado entrando al cuarto de la Cotilla mientras ella está de "limpieza" de cepillos en "sus" iglesias. Y como estoy imbuida del Espíritu Navideño, las he dejado a su aire. Allí han encontrado botes de pintura de distintos colores y les ha faltado tiempo para darse baños en ellos.

El árbol de la calle, que es un quejica, se ha pasado la mañana diciendo que en sus ramas no quería ver ni una bola de polvo. - ¡Trituraré a quién lo intente! - Pero han quedado taaaan monas que el gruñón ha claudicado. Y ahora mi casa está llena de bolas de colores colgadas de las cortinas, las lámparas... En el cuadro de la Santa Cena se han metido un montón. A la Cristalera le ha parecido súper guay tener unas cuantas de adorno. Hasta Pepe el jibarizado está feliz compartiendo su repisa con ellas. Ha soltado un OOOOOOOOOOO regocijado. 

En fin, que cada vez se acerca más el momento de comer turrón. Y el árbol de la calle está ensayando sus villancicos...

 

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