miércoles, 14 de diciembre de 2022

El señor Li vuelve a la carga.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! Me he encontrado con el señor Li y hemos hablado un ratito ¡Es más pesado que una vaca en brazos! Cuando hablo con él de ti, siempre acaba llevándome a su terreno porque quiere saber si tienes gambas gordas en casa. 

- ¿Le he dado permiso para que hable de mi por ahí? - Solo faltaría ésto, boba de Coria. Si quiero saber cosas tengo que contar otras. Es la ley de la oferta y la demanda. Por cierto, ahora vendrá. - ¿Quién? ¿Oferta o Demanda? o es como Ortega y Gaset que todo el mundo creía que eran dos, pero era uno... - ¡¡¡EL SEÑOR LI, PANOLI!!!

No tardó en llamar a la puerta. - ¡Abra, cotilla, que ahora no puedo! - ¡Ni loca! ¿Y si es la mafia china? - No caerá esa breva.

El señor Li me trajo una cajita con rollitos de primavera que me entregó haciendo un sin fin de reverencias, tantas que acabé pensando que hacía una tabla de gimnasia.

- Yo venil a tu casa a milal si tenel gamba golda. Cotilla decil que sí. - La Cotilla desvaría (dije quitándole importancia a lo oído. - Quelel milal en pila de laval - ¡Mire, mire; no se prive! 

Pascualita estaba a resguardo, en el bolsillo de mi bata. - ¡No habel!... Yo milal en cocina... - Y así fue mirando hasta el último rincón de la casa; hasta que se convenció de que no había gambas gordas y se fue pero dejando un aviso: - Yo volvel otlo día ¿Vale? - Sí, hijo, si...

 

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