martes, 21 de marzo de 2023

Alergias primaverales.

 Del comedor llegaba un rumrum de voces que acabaron despertándome. Miré el reloj  pero aún dormía (que cuajo tiene, pensé) y me di la media vuelta... sin fijarme que estaba en el borde de la cama y aterricé en el frío suelo ¡Y entonces el reloj se partió de risa el muy jodío!

Pues sí que empieza bien el día. (me dije)

Encontré a los personajes arremolinados junto a la cristalera del balcón, discutiendo con ella. Al verme se relajó: - Aclárate con ellos, boba de Coria. - ¿Pasa algo? (pregunté) - ¡Ha venido la Primavera y ésta tonta no ha querido abrirle la puerta. - ¡Muy bien hecho! Cumple mis órdenes. No hay que abrirle a cualquiera... - ¡Pero si es la ...! - 

Un suave rasgueo de uñas sonó en el cristal. La Primavera, en persona, nos saludaba con la mano, sentada en la barandilla del balcón. Y cuando dijo ¡Holaaaaaaa! me recordó mucho a Isabel Presley. 

Se veía que el árbol de la calle bebía los vientos por la jovencita hippy, coronada con flores de mil colores, que tenía una sonrisa tan seductora que me dio mala espina.

Los comensales de la Santa Cena estaban revolucionados porque se acercan las fechas en que se recuerda el protagonismo que tuvieron hará dos mil veintitrés años. - A ver si, entre recuerdo y recuerdo, éste año comemos. - Ilusos (dijo el de las treinta monedas) - ¿Por qué no lleváis calcetines? (metió baza el duende Pompilio) 

- ¿Me abrís o qué? (se quejó la Primavera) Traigo toda clase de alergias, de colores, de olores, de sabores ¡A la rica alergia primaveral, oigaaaaa! - Por supuesto, el árbol de la calle se quedó con todas.

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