jueves, 2 de marzo de 2023

Duras como el acero.

 Llamó la abuela: - "Nena ¿has visto a la Tamara? - ¿A quién? - "¿No me digas que no sabes quién es?" - Es que no conozco a todas tus amigas... - "¿Cómo puedes ser tan inculta? Ponte al día o me quedo sin bisnieto." - ¿Tu amiga esa los fabrica? - "¿El qué?... ¡¿bisnietos?! ¡Qué cruz tengo contigo!" - Es que no sé de qué me hablas, abuela. Además me has pillado en pleno relleno de agua caliente en la pila de lavar del comedor que la pobre Pascualita está azul de frio.

Me dejó con la palabra en la boca y colgó mientras de su boca salían sapos y culebras.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Papam! (la Cotilla cerró dando un portazo que hizo temblar las paredes) - La mujer venía roja como un tomate, sin aliento y con las piernecillas temblorosas. - ¿Otro cura que la persigue? ... Respire, respire.

Boqueando y despatarrada en un sillón de la salita, la Cotilla fue recobrando el aliento: - Los... curas de... hoy en día hacen deporte... y yo estoy muy desentrenada... - Este "trabajo" suyo es de alto riesgo. Debería buscar algo más adecuado a su edad en lugar de dedicarse a "limpiar" los cepillos de las iglesias.

La Cotilla parece no darse cuenta de la edad que tiene, como la abuela, otra que tal baila. Pues los cien años ya no los cumplen las jodías.

 

 

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