jueves, 30 de marzo de 2023

¡Ostras. La Cotilla!

Con las claras del día en mi casa sonó el teléfono. Era Andresito. ¡¿Pero es que en ésta familia no saben llamar a horas normales?! 

Mi segundo abuelito estaba de los nervios: - ¡Nena, te pido asilo familiar! ¡Ayúdame! - Caray, que dramático. - ¡Es que es un drama de tomo y lomo! - ¿Qué te ha hecho mi abuela? -  Reírle las "gracias" a mi madre. Se pasan el día con la música de ritmo sandunguero a todo volúmen. ¡Hasta las paredes tiemblan! - ¿Para quién pides asilo? - Pediría para mi pero en tu casa vive la Cotilla y no la aguanto. Cada vez que la veo me dice que mi mujer tiene un amante llamado Pascual. Vendrá mi madre... ¿te parece bien?

Si quiero que me deje la Torre del Paseo Marítimo en su testamento no me queda otra que decir: sí, wuana.

Poco después, el rolls royce de los abuelitos aparcó en la parada del bus, taponando la calle, como de costumbre y bajaron la bisabuelastra y los cubanitos culitos-respingones sin perder el ritmo de la samba, mientras GeoooorgeBrexit cargaba con un pesado baúl.

Por supuesto la Momia y los cubanitos se instalaron en el antiguo cuarto de la abuela y las cosas de la Cotilla, enfadadísimas, se trasladaron al balcón, bajo amenaza de escobazo, donde pusieron al corriente de su desahucio a todo el que quisiera oírlas. 

Dos horas después, el sonido de la música caribeña se había apoderado de todos los personajes.

Un poco más tarde, atravesando la música, escuché: - ¡Avemariapurisimaaaaaaaaaa!

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