jueves, 16 de marzo de 2023

Que barra tiene la abuela.

 La abuela me llamó: - "Nena, tengo que pedirte un favor" - ¡Ya empezamos! - "No se trata de asilo familiar para Andresito. Resulta que está enfermo... - Ah, pues no lo traigas a mi casa. - "Siempre he sabido que tienes un gran corazón" (¿por qué me sonó a pitorreo esa frase?)

Total, que la abuela me explicó que esa misma noche había fiesta en El Funeral porque se había muerto Chindasvinto y había que colgar su foto en la Pared de los Finados y la consiguiente fiesta en su memoria. Y como no tenía quien la acompañara (no es plan de ir del brazo del mayordomo inglés, dijo ella) el favor que me pedía (tuve que sentarme porque se me aflojaron las piernas cuando me lo dijo) era convencer a mi primer abuelito para que fuese con ella a la juerga.

- Pídeme la Atlántida y será más fácil complacerte. ¡O sea, lo mandas al otro mundo con ayuda de la Cotilla y ahora quiéres que te acompañe. Eso sin perder de vista que es un alma del Más Allá ¡No se ve! Yo sí porque soy su nieta y un abuelo no le puede negar nada... - "¡Por eso se lo pedirás tu, boba de Coria. Ah, y que venga de punta en blanco"

Me hacía cruces, de la barra que tiene la abuela, cuando llamaron a la puerta. Era Bedulio el municipal. - Toma, una multa - ¿Y eso? Pasa, pasa... - Estoy bien aquí, gracias. Es por el jaleo que montaste debajo de tu casa. - ¡Oye, que eso fue espontáneo! - Lanzar una campaña para talar los árboles de la ciudad... - ¿Qué yo qué?... - Una factura por obligarnos a mandar una patrulla para que no hubiese alborotos y... - ¡Y leches! Por cierto ¡mira quién ésta aquí! ¡Mi primer abuelito con un sudario nuevo que quita el sentido! Dale un abrazo a Bedulio

Cuando acabé la frase, el municipal ya estaba de regreso a su cuartel batiendo récords de velocidad.

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