miércoles, 1 de marzo de 2023

Palma enamora y hoy ha vuelto a hacerlo.

 Contra todo pronóstico hoy ha salido el sol. Y sin pensarlo dos veces, Pascualita y yo nos hemos ido a tomarlo a manos llenas.

Hemos salido a la calle, ella metida en el termo de los chinos con agua templada, aunque con una bufandita para que no coja anginas. Ha ido viendo el paisaje todo el camino. La primera parada la hemos hecho en el tramo de Avenidas donde se abrió un socavón de narices debido a la cantidad de agua caída días atrás. 

No éramos las únicas que mirábamos. Hoy es fiesta, el Día de Baleares y la gente se ha dicho ¿A dónde vamos? - ¿Dónde va a ser? ¡a ver el socavón! lógicamente. - Y hemos echo bueno, nuevamente, el dicho castizo de ¿dónde va Vicente? ¡Donde va la gente!

El socavón nos ha permitido ver restos de la antigua muralla de Palma, cosa que le he estado contando a la sirena hasta que un señor, a mi lado, ha comentado con su pareja: - No podemos quejarnos, cariño. Esta tía está peor que nosotros; lleva media hora hablando sola. - Ay, Tomeu, vámonos que puede ser peligrosa (ha dicho la tiparraca)

Después nos acercamos a la Catedral para ver el mar en calma, como un espejo. Se nos alegraron a las dos las pajarillas. Pascualita añorando su hábitat y yo el verano.

Después de la tormenta viene la calma y Palma ha vuelto a hacerlo. Ha sido un placer. 

Pascualita y yo hemos dormido una siesta gloriosa, cansadas pero satisfechas.

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